miércoles, 20 de mayo de 2009

ENTREVISTA POR TELÉFONO CON GERARDO
DESDE LA PRISIÓN EN EEUU

por Saul Landau

“Esa isla pequeña que esta a 90 millas tiene el derecho de elegir su propio destino”

Saul Landau: ¿Usted habló con los fiscales?

Gerardo Hernández: No, todo se realiza a través de los abogados. Al principio tuve una conversación con el abogado (abogado de oficio). El nos plantea la posibilidad de cooperar con la investigación, que cooperara con el gobierno. No sé si eso fue una idea de la fiscalía a través de él. Yo le dije que si el aspiraba a seguir siendo mi abogado que ese era un tema que no debíamos tocar nunca más y él no volvió a hablarme de eso. Pero más adelante sí hubo los llamados “plea agreements” que se ofrecieron para que uno se declarara culpable y cooperara. En nuestros casos todo fue rechazado. Pero no tuvimos contacto directo con la fiscalía.

Landau: ¿Y nunca se le ocurrió traicionar para escapar de la pesadilla que nos cuenta?

Hernández: Mire, ya son más de 10 años que llevamos en la prisión. Muchas personas que conocen el caso me dicen: “Cuba debe haberte pagado mucho dinero para que hicieras esto” Yo siempre me río y digo: “Si lo hubiera hecho por dinero, no estaría aquí.” Porque cuando uno trabaja por dinero, lo hace para el que pague mejor. Y Cuba jamás en la vida podría pagar lo que puede pagar este país. Si hubiera aceptado la oferta de ellos, me hubiera ahorrado 10 años de mi vida en prisión sin ver a mi esposa. Muchas personas no entienden eso, personas que se han criado con la idea de que el dinero es todo en la vida.

La idea de traicionar nunca me pasó por la mente. Es tan obvio que hasta me cuesta trabajo explicarlo. Pero sería traicionar no solo a mi mismo como persona, como revolucionario, sino sería traicionar a un país completo, a mi familia. Sería traicionar a todos los cubanos que en ciento y tantos años de revolución, desde 1868, han muerto, han dado sus vidas porque ese país sea libre, sea independiente y conserve su soberanía. Yo estaba bien claro desde el primer momento que lo que yo hacía no estaba mal hecho. Me apena haber violado algunas leyes, pero fue por lograr un bien mayor y por absoluta necesidad. Así que no tengo nada de qué arrepentirme.

Landau: Una de las acusaciones contra usted es de conspiración para espiar. ¿Que evidencia tenía el gobierno norteamericano contra usted?

Hernández: Ninguna. A mí me acusan de haber supervisado a otras personas que tenían algo que ver con eso (operaciones de acopiar información). Por ejemplo, el caso de Antonio (Guerrero, uno de los 5). Antonio fue a una oficina (de empleo) en Cayo Hueso, donde el residía, a buscar trabajo.

En esa oficina la muchacha le ofreció trabajo como plomero en la base naval de Cayo Hueso. Y él aceptó. Él no fue a buscar ese trabajo. La muchacha fue la que se lo ofreció. Nosotros llevamos al juicio a esa trabajadora del lugar de empleo (como testigo). Y ella testificó que hubo que insistirle a él para que tomara ese trabajo. Una vez que él estuvo trabajando allí, nosotros informamos a Cuba. Cuba dice: “Nosotros sabemos que cuando Estados Unidos va a invadir a otro país (sucedió con Haití, ha sucedido antes) en esa base puede haber un incremento de los medios militares.” Por ejemplo: “Normalmente en esa base debe de haber, digamos 12 aviones. Si un día tú ves que hay 25, mándalo a decir para acá, porque hay algo raro.”

Era una medida meramente defensiva. Cuba quería saber si había un movimiento extraordinario en ese lugar. Recuerde que esa es la base que está más cerca de Miami, donde esta gente (los exiliados extremistas) tiene tanta influencia. El sueño de esa gente es que el ejército norteamericano les limpie Cuba de revolucionarios para ellos volver allá. Así que Cuba siempre ha tenido esa preocupación. De vez en cuando Antonio decía: “La situación en la base no está normal, hay tantos aviones, llegaron tantos, se fueron tantos.” Obviamente eso es información militar. Pero según las leyes de este país, eso no es espionaje. Porque cualquiera que maneja por el US-1 (carretera en el Sur de la Florida) puede ver cuántos aviones hay allí. Esa es información pública. Y hay muchos precedentes en la jurisprudencia de este país que dice que eso no es espionaje.

La fiscalía dijo: “Tiene razón, eso no es espionaje. Es conspiración para cometer espionaje.” Porque un día Antonio iba querer tener una autorización, iba querer otro cargo con información secreta. A lo largo de todos esos años (1993-1998) nunca ocurrió. Pero ellos especulan que pudo haber ocurrido. Entonces distorsionaron ese cargo y lo declararon culpable. Posiblemente sea el único caso en Estados Unidos de alguien declarado culpable de conspiración para cometer espionaje sin que exista ninguna información secreta.

Landau: ¿Y la idea de que usted sabía que Hermanos de Rescate iban a volar ese día? ¿Usted sabía que la Fuerza Aérea cubana iba a atacarlos, y que iba a atacarlos sobre aguas internacionales?

Hernández: Esa es la otra acusación. Al principio, si uno preguntaba a los fiscales, “¿Que fue lo que hizo él (Gerardo) para que eso ocurriera?” Ellos decían: “El mandó el plan de vuelo.” Después quedó demostrado que yo no mandé el plan de vuelo. El plan de vuelo lo mandó la FAA (Administración Federal de Aviación). Pero además, ¿qué plan de vuelo? Basulto había dado una conferencia de prensa diciendo que iban a volar el 24 de febrero.

Hasta nuestros propios abogados se han equivocado y han dicho, “Cuando mandaste información relacionada con el vuelo…” No, nada de eso. No hay absolutamente ninguna evidencia de que yo haya mandado información relacionada con el vuelo. Ellos lo mencionan así, con descuido, porque aún si existiera tampoco tiene nada que ver. Pero es que ni eso hubo. Ahora, la loca teoría de la fiscalía es que no solo yo sabía que (Cuba) los iba a derribar, cosa que, por supuesto, no sabía, sino que yo sabía que lo iba a hacer sobre aguas internacionales, que Cuba tenía una conspiración no solo para derribar los aviones en el espacio aéreo cubano, sino sobre aguas internacionales. Eso es lo más absurdo que se le puede ocurrir a nadie. Pero el juicio fue en Miami, y de cualquier cosa que a mí me hubieran acusado allí, me iban a declarar culpable.

Landau: ¿Quien controla el ataque en Cuba, los pilotos de los MiG, o la gente en tierra?

Hernández: Yo supongo que es la Defensa Antiaérea cubana junto con el Ministerio de las Fuerzas Armadas, que comprende tanto los radares en tierra como la Fuerza Aérea. Yo tengo entendido que Fidel Castro, y si mal no recuerdo Raúl también, explicó en detalle en la televisión cubana como se dieron las órdenes. No tengo muchos detalles, porque eso sucedió cuando yo estaba aquí. Supongo que funciona como un mecanismo engrasado; tanto los radares, como la Fuerza Aérea, como el alto mando de las Fuerzas Armadas.

Landau: Con la elección del presidente Obama, ¿usted espera algunos pasos positivos hacia Cuba y hacia su caso?

Hernández: Si. Durante su campaña Obama, tuvo la valentía de decir que él estaría dispuesto a conversar con Cuba sin precondiciones. En Miami, en otra época eso era prácticamente un suicidio político. Quien hiciera eso pudiera olvidarse del voto de los cubanos en la Florida. Pero él lo hizo, y pienso que toda declaración de un político norteamericano está bien calculada. El sabía los riesgos que corría. Él ganó las elecciones sin el voto mayoritario de los cubanos. No les debe nada. Es una persona inteligente y sabe que 50 años de esa política errónea no han conducido a nada. Y yo espero, sin muchas expectativas ni falsas ilusiones, que el tome medidas más razonables, más racionales con relación a Cuba. Este país está avanzando en la dirección de tener una relación más respetuosa con Cuba, para el bien de ambos países.

En cuanto a mi caso, no espero nada. Mi política siempre ha sido esperar siempre lo peor, y si ocurre algo mejor, pues bienvenido sea. Pero en nuestra situación, la de los 5, uno no puede estar viviendo de ilusiones y de falsas expectativas. Tengo dos cadenas perpetuas, y para eso estoy preparado. Si algo cambiara, bienvenido sea, pero yo no puedo estar sacando cuentas ni haciendo ilusiones. Psicológicamente tienes que estar preparado para lo que va a pasar y no vivir de ilusiones.

Landau: ¿Cómo sobrevive cada día?

Hernández: La mayor parte del día se me va escribiendo y leyendo. Tengo una gran y agradable tragedia con la correspondencia. Tengo días en que me llegan 60 u 80 cartas —el récord es de 119 cartas. Podrá imaginar lo difícil que es no solo leer, sino responder todas esas cartas. Y los días se me van con una velocidad increíble. Eso ayuda a mantener la mente distraída. Trato de leer todo lo que se publique en relación con Cuba, y de mantenerme al día con mi especialidad, que son las relaciones internacionales. A veces la gente aquí me dice, “¿Cómo puedes estar leyendo todo el tiempo?” Yo lo disfruto. Desafortunadamente, no puedo contestar todas las cartas, y hay gente que hasta se disgusta. Pero es imposible, porque son muchísimas cartas y no alcanza el tiempo. Landau: ¿Tienes algún mensaje para Washington?

Hernández: Si yo pudiera les diría: “De lo único que somos culpables es de haber hecho lo mismo que están haciendo en estos momentos unos cuantos patriotas norteamericanos que andan recorriendo las montañas de Tora Bora buscando información sobre Al Qaeda, para que no se repitan los hechos del 11 de Septiembre.”

Estoy seguro que a esas personas aquí las ven como patriotas. Y es exactamente lo que estábamos haciendo nosotros; acopiando información en la Florida para impedir los actos terroristas en Cuba. Cuando uno habla de terrorismo contra Cuba no lo hace de manera abstracta. Hay nombres y apellidos de gente que ha muerto por esas acciones, acciones que se han planeado con total impunidad aquí en territorio norteamericano. El único crimen nuestro fue hacer lo mismo que están haciendo hoy jóvenes norteamericanos que van a recibir sus medallas por eso. Entonces es completamente contradictorio: un país que hace una guerra contra el terrorismo alberga (en la Florida) a terroristas y protege a gente (Luís Posada y Orlando Bosch) que puso bombas en aviones, que mató decenas de personas; y que se vanagloria de haberlo hecho.

Me gustaría también que Estado Unidos entendiera que Cuba es un país libre y soberano.
Tiene el derecho de elegir su propio camino, de construir su propio destino, su propio sistema.
Gústele o no, somos los cubanos los que tenemos que decidir qué arreglamos, qué cambiamos, qué hacemos diferente y cómo queremos construir nuestra sociedad. Si tuviéramos la paz que necesitamos para construir nuestro sistema social tal y como lo soñamos, las cosas serian diferentes hoy. Hubiéramos avanzado mucho más. Desgraciadamente, no hemos tenido paz para hacerlo. Yo aspiro a que llegue el día en que Estados Unidos se dé cuenta de que esa isla pequeña que está a 90 millas tiene el derecho de elegir su propio destino. Yo pienso que ese día va a llegar, y va a llegar el día en que el pueblo norteamericano y el pueblo cubano se sientan mucho más estrechamente vinculados, siempre sobre la base del respeto mutuo.

Fuente: Progreso Semanal
Reflexiones del compañero Fidel
LAS SEÑALES INEQUÍVOCAS

No hay dos opiniones diferentes sobre el tema de la A H1N1.
Apoyé sin vacilación alguna la decisión adoptada por el Gobierno Revolucionario de Cuba tan pronto conoció la existencia de la epidemia.

Nuestro país acumula una larga experiencia en la protección del pueblo en caso de desastres, epidemias y plagas u otras situaciones similares de carácter natural, accidental o intencional.

Está igualmente probada nuestra invariable política de cooperación con otros pueblos.

Fue totalmente injusta la crítica que se hizo al Gobierno de Cuba y la amenaza de represalia que contenía. Se nos presentó además como una nación hostil al pueblo de México.

Lo que determinó la medida no se relacionaba con los viajes turísticos, sino con casi cuatrocientos jóvenes mexicanos que estudian Medicina en la escuela de Jagüey Grande, igual que lo hacen en otras facultades de docencia médica alrededor de 24 mil jóvenes de América Latina, el Caribe y otros pueblos del mundo, algunos procedentes de pequeños países distantes del área de Oceanía.
Cuba no roba cerebros ni sustrae médicos de otros pueblos en detrimento de los servicios de salud y la pérdida de incontables vidas, como hacen Estados Unidos, el Reino Unido y otros países desarrollados y ricos.

La medida adoptada por el Instituto de Aeronáutica Civil de Cuba dice textualmente: “Suspender temporalmente los vuelos regulares y charters que operan entre Cuba y México a partir de las 24 horas del 29 de abril del 2009.”

“Una vez que cesen las causas que han motivado tales decisiones serán restablecidas las operaciones aéreas, informándose oportunamente a los interesados.”

La medida comenzó a ser aplicada seis días después de las drásticas decisiones tomadas por las autoridades mexicanas, que suspendieron las clases de 33 millones de estudiantes y aplicaron otras medidas similares, que no podemos juzgar porque solo las autoridades mexicanas que conocían la situación real podrían hacerlo.

Las medidas nuestras implicaban también sacrificios para Cuba. Pero lo que a nuestro Gobierno importaba era proteger la población dentro de las normas establecidas.

Ahora la epidemia se ha extendido ampliamente por Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, España, Europa en general y otras decenas de países. Habrá que emplear ahora métodos de protección asociados a la nueva realidad.

La Secretaria de Relaciones Exteriores de México, Patricia Espinosa, realmente se había esforzado últimamente por mejorar las relaciones entre su país y Cuba, que dirigentes irresponsables ―por conocidas razones que prefiero ahora no mencionar― deterioraron seriamente cuando George W. Bush buscaba pretextos para atacar “preventiva y sorpresivamente” a nuestra Patria como uno de los “60 o más oscuros rincones del mundo”.

La cancillería mexicana publicó que a pesar de las críticas de Fidel Castro, en la reunión en Praga del Grupo de Río-Unión Europea, el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, había suscrito una declaración que manifestaba su reconocimiento a las autoridades mexicanas.

Lo que hizo exactamente Bruno en Praga fue correcto. Se reunió todo el tiempo necesario para escuchar con atención a la Secretaria e intercambió con ella. Por su parte, le expresó lo relacionado con la conducta de Cuba. No entraré en detalles sobre esa conversación y la opinión que transmitió sobre la que sostuvo un importante funcionario de la cancillería mexicana con el embajador de Cuba en México, para evitar complicaciones.

Añado solo que el encuentro en Praga entre Bruno y Patricia fue respetuoso y franco. Nuestro Canciller le expresó a la Secretaria la solidaridad de Cuba con su país y la voluntad de cooperar con el pueblo mexicano para enfrentar la epidemia.

En la reunión ministerial del Grupo de Río y la Unión Europea, Bruno intervino para explicar con claridad la posición de Cuba, las medidas adoptadas por nuestro gobierno para proteger a su pueblo; las epidemias introducidas en nuestro país, incluida la del dengue hemorrágico, que ocasionó la muerte a 102 niños; las Reflexiones de Fidel; la unidad estrecha de los revolucionarios y la cooperación internacional de Cuba en materia de salud.

Acudir a la intriga, la mentira y la amenaza, es señal inequívoca de que el adversario ideológico está perdiendo la batalla.


Fidel Castro Ruz
Mayo 16 de 2009
7 y 45 p.m.