sábado, 12 de septiembre de 2009

La Historia no contada: Héroes Prohibidos
En Caso de los Cinco Cubanos Prisioneros del Imperio


Por Ricardo Alarcón de Quesada
Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular

Tienes que correr todo lo que puedas para mantenerte en el mismo lugar.”
A través del espejo, Lewis Carroll

¿Se acuerdan de Elián?

El caso de Elián González, un niño de seis años forzosamente retenido por desconocidos contra la voluntad de su padre y que en abierto desafío a la ley de los Estados Unidos y de la decencia, fue reportado ampliamente por los medios del mundo. El lugar del secuestro, Miami, se convirtió en un tipo de ciudad secesionista en Norte América, cuando el Alcalde, el jefe de la policía, los políticos, todos los periódicos y anunciadores de la radio y la televisión, junto a instituciones religiosas y empresariales, se unieron con algunos de los más notorios terroristas y grupos violentos para oponerse a la orden de los tribunales y del gobierno, que era liberar al niño.

Fue necesario enviar un equipo de fuerzas especiales desde Washington DC, que se lanzó en una operación subrepticia y rápida para ocupar varias casas, desarmar a individuos que estaban fuertemente armados y escondidos en el barrio, y salvar al niño y restaurar la ley. Todos siguieron la noticia. Día tras día.

Pero casi nadie sabía que, al mismo tiempo, en exactamente el mismo lugar -Miami- otros cinco jóvenes cubanos fueron arbitrariamente desposeídos de su libertad y sujetos a una gran injusticia.

Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando González y René González fueron detenidos en la madrugada del sábado 12 de septiembre de 1998, y encarcelados por los próximos 17 meses en celdas de castigo. En solitario. La acusación principal contra ellos, como fue reconocida por los fiscales y el juez desde el acta acusatoria hasta el último día del juicio, fue que ellos habían, pacíficamente, sin armas, penetrado los grupos terroristas anticubanos con el objetivo de informarle a Cuba sobre sus planes criminales.

¿Era concebible que algún revolucionario cubano tuviera un juicio justo en Miami al enfrentarse con este tipo de acusación? ¿Pudiera eso ser posible durante el secuestro de Elián, con el ambiente de violencia, odio y temor que lo rodeaba?

De acuerdo con la Fiscalía, era perfectamente posible. En sus palabras, Miami es una “muy grande, diversa y heterogénea comunidad” capaz de tratar cualquier tema sensible, incluso los que involucran a la Revolución cubana. Los fiscales repitieron esa línea, cuando rechazaron más de diez mociones presentadas por los abogados defensores para cambiar la sede antes del comienzo del juicio.

El mismo gobierno que se vio obligado a tratar a Miami como una especie de ciudad rebelde y a enviar secretamente fuerzas para restaurar la legalidad, mintió repetidas veces sobre el tema de la sede, negándole a los acusados el derecho tan respetado por los americanos, y se rehusó a mover el proceso a la ciudad vecina de Fort Lauderdale, a media hora de Miami. Irónicamente, unos pocos años después, en el 2002, cuando el gobierno fue demandado civilmente en un caso administrativo de mucha menos valía, posteriormente resuelto por un acuerdo fuera de la Corte, y solamente indirectamente relacionado con el caso Elián, el gobierno pidió un cambio de sede a Fort Lauderdale, afirmando que era imposible que cualquier cosa relacionada con Cuba pueda ser juzgado justamente en Miami (Ramírez vs. Ashcroft, 01-4835 Civ-Huck, June 25, 2002).

Esta contradicción flagrante, prueba clara de una mala conducta de la Fiscalía, de prevaricación real, fue uno de los factores principales en los cuales se basó la decisión unánime del panel del Tribunal de Apelaciones, en 2005, para anular las condenas de los Cinco y ordenar un nuevo juicio. (Court of Appeals for the Eleventh Circuit, No. 01-17176, 03-11087).

Esa histórica decisión fue posteriormente revocada por la mayoría del tribunal bajo presión del Fiscal General Alberto Gonzales en una acción contraria a la práctica normal del derecho en Estados Unidos.

La movida exitosa del Sr. Gonzales, una manifestación de su filosofía legal peculiar, cerró la posibilidad de una resolución justa para este caso que hubiese honrado a los Estados Unidos.

La decisión del panel, un documento sólido de 93 páginas que reseñaba hechos irrefutables sobre la guerra terrorista de medio siglo contra Cuba, sigue siendo un momento sobresaliente en la mejor tradición norteamericana y perdurará como un texto que analizarán con respeto académicos y estudiantes de Derecho.

Pero eso es otro capítulo en la larga saga de los Cinco.

En cuanto a Elián González, él está a punto de completar el preuniversitario y continúa atrayendo la atención de los medios extranjeros y los visitantes que van a Cárdenas, el precioso pueblo donde vive. Cuando ellos viajan hacia la casa de Elián, los sorprenden carteles que demandan la libertad de Cinco jóvenes que seguramente los visitantes no conocían hasta ese momento.

En las palabras de Leonard Weinglass:

“El juicio fue mantenido en secreto por los medios de prensa norteamericanos. Es inconcebible que el juicio más largo en los Estados Unidos hasta el momento en que este tuvo lugar fue cubierto solamente por la prensa local de Miami, particularmente cuando fueron llamados a testificar por la defensa generales y un almirante, así como un asesor de la Casa Blanca. ¿Dónde estaban los medios de prensa norteamericanos durante seis meses? No solo fue este el juicio más largo, sino también fue un caso que involucraba importantes asuntos de política exterior y terrorismo internacional. La pregunta se le debe hacer a los medios norteamericanos, que continúan negándose a cubrir un caso con tales violaciones de los derechos fundamentales, e incluso violaciones de los derechos humanos de los prisioneros.” (Respuesta de Leonard Weinglass, en el Foro organizado por www.antiterroristas.cu, el 12 de septiembre de 2003.)

A Elián lo salvó el hecho de que los norteamericanos conocieron el caso y se involucraron para que la justicia triunfara. Los Cinco siguen presos -11 años el próximo septiembre- víctimas de una terrible injusticia, porque a los norteamericanos no se les permite conocerlos.

Los Cinco son castigados cruelmente porque lucharon contra el terrorismo. Son héroes, pero son héroes prohibidos.

II. ¡PRIMERO LA SENTENCIA… EL VEREDICTO DESPUÉS!”
Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll

Habiéndose perdido el cambio de sede, el resultado del juicio de los Cinco ya estaba predeterminado. Siguió estrictamente la profecía de la Reina.

Los medios norteamericanos jugaron un papel muy importante en dos direcciones. Fuera de Miami un silencio total, como describió de forma muy apropiada el abogado Leonard Weinglass, en contraste con el papel que jugaron en el Condado de Dade, ofreciendo ambos, un show de impresionante disciplina.

Los medio locales no solo cubrieron el caso intensamente, sino que intervinieron activamente en él, como si fueran parte de la Fiscalía.

Los Cinco fueron condenados por los medios incluso antes de ser acusados.
Muy temprano en la mañana del sábado 12 de septiembre de 1998, cada medio de comunicación en Miami hablaba sin parar acerca de la captura de unos “terrible” agentes cubanos, “dispuestos a destruir los EEUU” (la frase que la Fiscalía adoraba y repetiría una y otra vez durante todo el proceso). “Espías entre nosotros”, fue el titular esa mañana.

Al mismo tiempo, a propósito, el jefe del FBI en Miami se encontraba con Lincoln Díaz Balart e Ileana Ros-Lehtinen, representantes de la vieja banda de Batista en el Congreso.

Una campaña de propaganda sin precedentes se lanzó contra cinco individuos que no podían defenderse, porque estaban completamente aislados del mundo exterior, día y noche, durante un año y medio, en lo que se conoce en la jerga de la prisión como “el hueco”.

Un circo de los medios ha rodeado a los Cinco desde su detención hasta ahora. Pero solo en Miami. En el resto de los lugares de los EEUU la dura situación de los Cinco solo ha recibido silencio. El resto delpaís no conoce mucho del caso, y se le mantiene en la sombra, como si todo el mundo aceptara que Miami -esa “comunidad muy diversa, y extremadamente heterogénea”, según la descripción del Fiscal- perteneciera efectivamente a otro planeta.

Esto podría haber sido una proposición razonable, si no fuera por algunos hechos vergonzosos que se han descubierto recientemente.

Algunas de las personas de los medios involucradas en la campaña de Miami -”periodistas” y otros-fueron pagados por el gobierno de los EEUU, figuraban en sus nóminas como empleados de la máquina de propaganda anticubana de la radio y la televisión, que ha costado muchos cientos de millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses.

Sin saberlo, los estadounidenses se vieron obligados a ser muy generosos, de hecho. Hay una larga lista de “periodistas” de Miami que cubrieron el juicio completo de los Cinco, y, al mismo tiempo, recibían jugosos cheques federales (para conocer más del “trabajo” de estos periodistas consultar el sitio www.freethefive.org).

La decisión de la Corte de Apelaciones en 2005 también brinda un buen resumen de la campaña propagandística, antes y durante el juicio. Esa fue una de las razones que llevó al panel a “anular los veredictos de culpabilidad y ordenar un nuevo juicio”. Miami no era un lugar para tener siquiera apariencia de justicia. Como dijeron los jueces “la evidencia presentada [ante el Tribunal de Miami] respaldando las mociones para cambio de sede fue masiva”. (Court of Appeals for the Eleventh Circuit, No. 01-17176, 03-11087)

Vamos a aclarar algo. Aquí no estamos hablando acerca de periodistas, en el sentido que pueden estar pensando los estadounidenses fuera de Miami. Nos estamos refiriendo a los “periodistas” de Miami, que es algo muy diferente.

Su papel no era publicar las noticias, sino crear un clima que garantizara las condenas. Incluso convocaron manifestaciones públicas fuera de las oficinas donde se reunía la defensa y acosaron a los presuntos miembros del jurado durante la fase anterior al juicio. El tribunal en cuestión, mostró preocupación por la “enorme cantidad de solicitudes de preguntas a realizar durante la selección del jurado con antelación al momento de hacerlas, aparentemente con el objetivo de informar a los oyentes, incluidos los posibles miembros del jurado, acerca de las preguntas antes de que el tribunal las hiciera”.

Estamos hablando sobre un grupo de individuos que acosaron a los miembros del jurado, persiguiéndolos con cámaras, por las calles, filmando las chapas de sus autos y mostrándolas en televisión; los rastreaban hasta adentro del edificio de la Corte, hasta la puerta de la sala del jurado, durante los siete meses completos que duró el juicio, desde el primero hasta el último día.
La jueza Leonard más de una vez protestó y suplicó al gobierno que detuviera una mascarada tan deplorable. Lo estuvo haciendo desde el comienzo del juicio, en varias ocasiones, y hasta el final. No fue escuchada. (Transcripciones oficiles del juicio, p. 22, 23, 111, 112, 625, 14644-14646).

El gobierno no estaba interesado en celebrar un juicio justo. Durante el proceso de selección del jurado, la Fiscalía se dedicó a excluir a la mayoría de los miembros afro-estadounidenses, así como excluyó a los tres individuos que no mostraron tener fuertes sentimientos anticastristas.

Por esa fecha Elián González había sido rescatado, pero permanecía en las mentes de los miembros del jurado. Uno de ellos dijo durante la vista previa de los testigos: “Me preocuparía por la reacción que podría haber…no quiero que sucedan reyertas ni nada parecido a los sucesos del caso de Elián”. O citando a otro: “Si quieren saber la verdad…yo estaría hecho un manojo de nervios, tendría miedo por mi propia seguridad si no regresara con un veredicto de acuerdo con los intereses de la comunidad cubana”. En medio de esa atmósfera de miedo comenzó el mayor juicio hasta el momento en la historia estadounidense, y el que los grandes medios “decidieron” ignorar.

III. EL ROSTRO DE LA IMPUNIDAD
Como reconocieron durante la selección del jurado, el secuestro de Elián González y sus consecuencias para la comunidad estaba muy presente en las mentes de aquellos que serían jurados en el juicio a los Cinco Cubanos unos meses después de que el niño de seis años fuera rescatado por los federales.

Como todo el mundo, ellos habían seguido los hechos relacionados con Elián que saturaron las noticias. Las caras de los secuestradores, de sus promotores y seguidores, así como de otros involucrados en el escándalo se habían vuelto muy familiares para los miembros del jurado. Las caras, y dos detalles del drama de Elián con un carácter único y una conexión directa con el proceso de los Cinco Cubanos.

Primero, la desconcertante conducta de todos los funcionarios públicos de Miami, desde sus congresistas federales, el alcalde y los comisionados hasta los bomberos y los miembros de la fuerza policial, quienes abiertamente se negaron a obedecer la ley y no hicieron nada para ponerle fin al más publicitado caso de abuso infantil ocurrido alguna vez. Y, en segundo lugar, pero no por eso menos increíble, que nada le ocurrió a un grupo de individuos que de forma tan clara había violado a ley con el secuestro de un niño y la violencia y los disturbios que crearon en toda la ciudad cuando fue rescatado por el gobierno federal. Nadie fue procesado, arrestado, ni multado. Ninguna autoridad local fue destituida, sustituida, ni invitada a renunciar.

El caso Elián demostró que la impunidad anticastrista reina en Miami.

Cuando los jurados se sentaron por primera en la sala del tribunal para realizar su deber de ciudadanos ellos probablemente se sorprendieron. Ahí, en vivo, estaban las “celebridades de Miami” a las que ellos estaban tan acostumbrados a ver, día y noche, en la televisión local. Y estaban todos juntos, algunas veces sonriendo y abrazándose unos con otros, como viejos compinches. Los secuestradores y los encargados de “hacer cumplir la ley” en contubernio con los fiscales (esas valientes personas que nunca aparecieron cuando un pequeño niño estaba siendo molestado frente a los medios de prensa).

Los jurados pasaron siete meses en esa habitación mirando a, y siendo observados por las mismas personas tan familiares para ellos y que ahora estaban en el banco de los testigos, en el área del público o en la esquina de la prensa, las mismas personas que ellos van a encontrar frecuentemente en el parqueo, en la entrada del edificio, en los corredores. Algunos de vez en cuando mostrando orgullosamente el atuendo usado en su última incursión militar a Cuba.

Los jurados los escucharon explicar en detalles sus hazañas criminales y decir una y otra vez que ellos no estaban hablando del pasado. Fue un extraño desfile de individuos compareciendo ante una corte judicial y reconociendo sus acciones violentas contra Cuba que fueron planeadas, preparadas y emprendidas desde su propio vecindario.

Ahí, haciendo discursos, exigiendo el peor castigo, difamando y amenazando a los abogados de la defensa.

La jueza hizo lo que pudo para tratar de preservar la calma y la dignidad. Ella realmente le ordenó al jurado, muchas veces, que no considerara ciertos comentarios inapropiados, pero haciendo eso no podían borrarse de las mentes de los jurados sus efectos perjudiciales y aterradores.

Las consecuencias fueron obvias. La decisión del panel de la Corte de Apelaciones lo planteó en términos muy claros: “la evidencia sacó a relucir las actividades clandestinas no sólo de los acusados, sino también de varios grupos de exilados cubanos y de sus campos paramilitares que continúan operando en el área de Miami… La percepción de que estos grupos podían inferir daños a los jurados que emitieran un veredicto desfavorable a sus puntos de vista, era palpable”. (Undécimo Circuito del Tribunal de Apelaciones, No. 01-17176, 03-11087)

Pero hubo más. Después de oír y de ver la abundante evidencia de actos de terrorismo que los acusados habían tratado de evitar, el Gobierno tuvo éxito en defender a los terroristas al lograr que la Corte inexplicablemente estuviera de acuerdo en quitarle al jurado el derecho de exonerar a los Cinco sobre la base del derecho de necesidad que era la base de su defensa.

El corazón de la cuestión, en este caso, fue la necesidad de Cuba de proteger a su pueblo de los intentos criminales de los terroristas que gozan de total impunidad en territorio de los EE.UU. La ley en los Estados Unidos es clara: si se actúa para prevenir un daño mayor, incluso si él/ella viola la ley en el proceso, estará exento de cualquier incriminación porque la sociedad reconoce la necesidad, incluso los beneficios, de ejecutar esa acción.

Estados Unidos, única superpotencia mundial, ha interpretado este principio universal para llevar la guerra a tierras lejanas en nombre de la lucha contra el terrorismo. Pero al mismo tiempo, se negó a reconocerlo para cinco hombres desarmados, pacíficos, no violentos que, en nombre de un país pequeño, sin causar daño a nadie, trataron de evitar las acciones ilícitas de delincuentes que han encontrado refugio y apoyo en los EE.UU.

El gobierno de EE.UU., a través de los fiscales de Miami, fue aún más lejos, hasta lo último, para ayudar a los terroristas. Lo hicieron muy abiertamente, por escrito y con discursos apasionados que curiosamente no se consideran de interés periodístico.

Eso sucedía en el año 2001. Cuando los fiscales del Sur de la Florida y el FBI local estaban muy ocupados castigando duramente a los Cinco y ofreciendo protección a “sus” terroristas, los criminales que ejecutaron el ataque del 11 de Septiembre se estaban entrenando, sin ser molestados y desde hacía bastante tiempo, en Miami. Debieron tener una razón de peso para preferir ese lugar.

IV. EN SUS PROPIAS PALABRAS
Las desproporcionadas condenas impuestas a los Cinco ­ Gerardo Hernández Nordelo (2 cadenas perpetuas mas 15 años), Ramón Labañino Salazar (1 cadena perpetua mas 18 años), Antonio Guerrero Rodríguez (1 cadena perpetua mas 10 años), Fernando González Llort (19 años), y René González Seheweret (15 años) ­ contrastan claramente con las que se han aplicado en años recientes en los EEUU a otras personas acusadas por practicar realmente el espionaje, a veces a escalas inusuales, e incluso en algunos casos vinculadas a acciones armadas violentas en contra de los EEUU. Ninguno de ellos fue condenado a cadena perpetua; todos recibieron sentencias inferiores a las de los Cinco cubanos, algunos ya incluso cumplieron sus sentencias y se encuentran en libertad, y otros, condenados por espionaje, les han sido retirados los cargos por la administración de Obama y han sido liberados.

La naturaleza excesiva de las sentencias de los Cnco constituye una muestra de la motivación política vengativa de todo el juicio, como también lo son las condiciones de su encarcelamiento, incluyendo los muy severos obstáculos para las visitas familiares, que llegan al extremo de haber negado todo el tiempo las visas a las esposas de René y Gerardo.

Sin embargo, hay un aspecto todavía más revelador que demuestra que el propósito del gobierno estadounidense era dar refugio y proteger a los terroristas anti-cubanos, para evitar que se descubrieran sus siniestros planes, convirtiéndose así en cómplice y encubridor de sus futuras atrocidades.

Para la administración Bush, esto era tan importante o más, que los desproporcionados años de encarcelamiento. Esto fue lo que la fiscalía dijo, de manera vehemente y en términos bastante gráficos, cuando solicitó al Tribunal un castigo adicional: la “inhabilitación”.

¿Qué significa esto? En sus propias palabras, para el gobierno era esencial asegurar que estos 5 individuos, luego de cumplir sus condenas, nunca más pudieran hacer nada que pudiese afectar las actividades de los terroristas que operan en Miami bajo la protección del gobierno estadounidense. Para garantizar esto, los fiscales solicitaron, y el tribunal les concedió, disposiciones especiales en cada sentencia, asegurándose de que, luego de completar su período de encarcelamiento, incluso una o más cadenas perpetuas, los acusados queden imposibilitados de hacer aquello que los llevó a la cárcel.

Gerardo, Ramón y Fernando nacieron en Cuba, y como extranjeros indeseables, una vez terminado su tiempo en prisión serán expulsados inmediatamente del territorio estadounidense. Esto fue específicamente incorporado en cada una de sus sentencias, incluida la de Gerardo, que luego de pasar en prisión 15 años de su segunda vida será inmediatamente deportado. (Transcripción de la Audiencia para las Sentencias ante la Honorable Joan A. Lenard, 12 de diciembre de 2001, página 93).

René y Antonio planteaban un problema particular. Habiendo nacido en Chicago y Florida, respectivamente, ambos son ciudadanos estadounidenses por nacimiento, y no pueden ser obligados a abandonar el país. Esto requirió de ideas más imaginativas y de una inspirada retórica por parte de los fiscales, que hicieron gala de ambas.

Era necesaria una explicación más franca y precisa de la “inhabilitación”. Primero vino René, sentenciado “solo” a 15 años. Los fiscales expresaron sin rodeos su grave preocupación con la posibilidad de que un hombre todavía joven, fuera liberado y volviera a intentar hacer de nuevo lo que una vez hizo. El Tribunal, en atención a la preocupación del gobierno, añadió este peculiar requisito a la sentencia de René: “Como una condición especial adicional a la liberación supervisada se le prohíbe al acusado asociarse con o visitar lugares específicos donde se sabe que están o frecuentan individuos o grupos tales como terroristas, miembros de organizaciones que propugnan la violencia o figuras del crimen organizado” (Transcripción de la Audiencia para las Sentencias ante la Honorable Joan A. Lenard, 12 de diciembre de 2001, páginas 45-46).

Entonces llegó el turno de Antonio Guerrero, que ya había recibido una cadena perpetua más 10 años en prisión. Los fiscales tuvieron que emplear todos los recursos de su elocuencia. Para el gobierno la “inhabilitación” era de vital importancia. No podía correr riesgos, y cuando Antonio se enfrentó al Tribunal el 27 de diciembre de 2001, se le añadió a su sentencia, palabra por palabra, la misma “condición especial” impuesta previamente a René.

Todo esto sucedió en diciembre de 2001, solo 3 meses después del horror del 11 de septiembre. Desde ese fatídico día, George W. Bush se hizo famoso exigiendo una guerra masiva contra los terroristas y contra cualquiera que les diera cualquier tipo de ayuda. Solo una cita de su reiterativo discurso: “Cualquier gobierno que apoye, proteja o refugie a terroristas será cómplice en el asesinato de inocentes, e igualmente culpable de crímenes terroristas”.

Tenemos que tomarle la palabra a George W. Bush.

P.D. En octubre de 2011 René González habrá cumplido su condena si la defensa no logra sacarlo antes. En cualquier caso, él estará bajo libertad supervisada durante la actual administración. ¿Intentará el presidente Obama “inhabilitarlo”? ¿Se le prohibirá a René hacer cualquier cosa que moleste a los terroristas donde “se sabe que están o frecuentan”?

V. “ESPÍAS” SIN ESPIAR
La primera acta acusatoria, en septiembre de 1998, inculpaba a los cinco cubanos de ser agentes de Cuba no registrados y de otras violaciones menores. El gobierno también acusó a tres de ellos -Gerardo, Ramón y Antonio- de “conspiración para cometer espionaje” (Cargo 2).

La Fiscalía no acusó a ninguno de ellos de espionaje en sí por una razón muy simple: no existió nada semejante y por lo tanto nunca pudiera ser probado. Los fiscales fueron aún más lejos. En su declaración inicial advirtieron al jurado que no esperara que ellos revelaran ningún secreto ni nada por el estilo. Lo único que tenía que hacer la Fiscalía era “convencer” a los miembros del jurado que los acusados eran personas realmente malas capaces de concebir un intento de poner en peligro la Seguridad Nacional de los Estados Unidos en algún momento de un hipotético futuro. Y, argumentaron, que los acusados tenían que recibir el castigo más severo posible, porque eran unos tipos verdaderamente malos que perturbaban la paz y la tranquilidad de Miami. ¿Recuerdan a Elián?

Para lograr ese objetivo los fiscales, a pesar de lo que su propia acusación decía, hicieron en el juicio declaraciones del tipo más violento, acusando a los Cinco de nada menos que tratar de “destruir a los Estados Unidos” y recordándoles a los atemorizados miembros del jurado que si no los condenaban estarían “traicionando a la comunidad”.
Los medios de comunicación se encargaron del resto. Ellos siempre han presentado a los Cinco Cubanos como “espías”, o como personas acusadas de ser “espías”. Los medios realmente se excedieron en el cumplimiento de su tarea. Siguieron repitiendo la misma cantinela, incluso después de que la Corte de Apelaciones en banc concluyó unánimemente en septiembre de 2008 que no había pruebas de que los acusados hubieran “obtenido o transmitido información secreta” o de que hubieran dañado la Seguridad Nacional de los Estados Unidos y por lo tanto decidió que las sentencias por el Cargo Dos (conspiración para cometer espionaje) eran erróneas, las anuló y decretó que Ramón y Antonio fueran resentenciados. (Undécimo Circuito de la Corte de Apelaciones, No. 01-17176, DC, Docket No. 98-00721-CR-JAL , páginas 70-81).

Sin embargo, a pesar de reconocer que el mismo procedimiento debía aplicarse a Gerardo, en un increíble acto de discriminación judicial, el tribunal se negó a hacerlo aduciendo que una cadena perpetua ya estaba pesando en su contra.

De hecho, era muy fácil darse cuenta de que en este caso no estaba involucrada ninguna información secreta o militar, y que la seguridad nacional de los EE.UU. nunca estuvo afectada. Eso fue lo que dijo el Pentágono, en un lenguaje claro y sencillo antes de que comenzara el juicio. Ese fue el testimonio, bajo juramento, del almirante retirado Eugene Carroll (transcripciones oficiales, páginas 8196-8301), del general de Ejército retirado Edward Breed Atkeson (Idem páginas 11049-11199), del general y ex comandante del Comando Sur Charles Elliot Wilhelm (Idem páginas 11491-11547), y del teniente general retirado de la Fuerza Aérea James R. Clapper (Idem páginas 13089-13235).

Sus testimonios no fueron secretos, sino que fueron hechos voluntariamente en audiencia pública. Probablemente un desfile como ese, de distinguidos y condecorados jefes militares respaldando la inocencia de unos jóvenes revolucionarios cubanos, no había ocurrido anteriormente ante un tribunal de los Estados Unidos. Esto no fue noticia fuera de Miami, pero las transcripciones oficiales del juicio están ahí para el que quiera leerlas.Desde que los Cinco fueran condenados han tenido lugar otros casos, cuyos resultados contrastan claramente con el de ellos. Vamos a examinar muy brevemente algunos.

Khaled Abdel-Latif Dumeisi, acusado de ser un agente no registrado del gobierno de Saddam Hussein. Fue condenado en abril de 2004, en medio de la guerra de Estados Unidos contra Irak, a 3 años y 10 meses de prisión.

Leandro Aragoncillo fue hallado culpable en julio de 2007 de transmitir información secreta de defensa nacional de los Estados Unidos (alrededor de 800 documentos clasificados) obtenidos desde su oficina en la Casa Blanca, donde trabajaba como asistente militar de los vicepresidentes Al Gore y Dick Cheney. El Sr. Aragoncillo fue condenado a 10 años de prisión, mientras que su co-conspirador,

Michael Ray Aquino, recibió una sentencia de 6 años y 4 meses.

Gregg W. Bergersen, un analista del Departamento de Defensa, fue hallado culpable en julio de 2008 de suministrar información de defensa nacional a personas no autorizadas a cambio de dinero y regalos, y fue sentenciado a 4 años y 9 meses de prisión.

Lawrence Anthony Franklin, un coronel de la reserva de la Fuerza Aérea de EE.UU., que trabajaba en el Departamento de Defensa, fue hallado culpable de entregar información clasificada y de defensa nacional, incluyendo secretos militares, a representantes de un gobierno extranjero y fue sentenciado a 12 años y 7 meses de prisión. Sin embargo, nunca entró a una prisión federal. Estaba en libertad mientras apelaba y en mayo pasado el Departamento de Justicia retiró los cargos que sustentaban su caso.

Está de más decir que ninguno de los casos referidos anteriormente fue juzgado en el sur de la Florida, ni involucraba ningún intento de frustrar planes criminales.

Los Cinco recibieron, en conjunto, cuatro cadenas perpetuas más 77 años. Ellos no trabajaban en la Casa Blanca, ni en el Pentágono, ni en el Departamento de Estado. Nunca tuvieron ni trataron de tener acceso a información secreta alguna. Pero hicieron algo imperdonable. Lucharon contra el terrorismo anticubano y lo hicieron en Miami.

VI. ACUSACIÓN À LA CARTE
Más de siete meses después de que los Cinco fueran arrestados y acusados el Gobierno de Estados Unidos presentó un nuevo cargo. También fue de “conspiración”, pero esta vez para cometer asesinato en primer grado y fue presentado específicamente contra uno de los Cinco, Gerardo Hernández Nordelo.

La nueva acusación apareció después de una campaña pública en Miami promovida activamente por “periodistas” en la nómina del Gobierno norteamericano, que incluía reportes acerca de reuniones en lugares públicos donde participaban líderes bien conocidos del exilio cubano, fiscales de Estados Unidos y funcionarios del FBI, en las que se discutía abiertamente la acusación contra Gerardo. Esta se convirtió en un clara demanda de los grupos más violentos de la ciudad y fue el
centro de atención de los medios locales.

El Gobierno accedió al reclamo e introdujo una Segunda Acta Acusatoria Sustitutiva cuya diferencia esencial era la adición de este “crimen” a la lista de cargos contra Gerardo. Esto fue una concesión política a los terroristas anti-cubanos, que buscaban venganza por el derribo por parte de la Fuerza Aérea Cubana, el 24 de febrero de 1996 de dos aviones (Modelo O2 utilizado por la Fuerza Aérea de Estados Unidos, primero durante la guerra en Vietnam y después en El Salvador, como era concretamente el caso con estos dos), piloteados por miembros de un violento grupo anti-cubano, un hecho que había tenido lugar dos años antes de que los Cinco fueran detenidos, cuando esas avionetas estaban dentro del espacio aéreo cubano.

De hecho, el momento escogido era muy sospechoso. DE acuerdo con la información suministrada por el Gobierno en el juicio, el FBI había descubierto la naturaleza real de la misión revolucionaria de Gerardo en Miami y controlaba sus comunicaciones con la Habana al menos desde un par de años antes del derribo de las avionetas. Si ese incidente fue el resultado de una “conspiración”, en la cual Gerardo fue un participante clave, ¿por qué él no fue arrestado en 1996? ¿Por qué este tema no fue ni siquiera mencionado en septiembre de 1998 cuando fue detenido y acusado por primera vez?

Las avionetas pertenecían a un grupo liderado por José Basulto, un veterano agente de la CIA involucrado en muchas acciones paramilitares desde 1959, incluida la invasión de Bahía de Cochinos y una serie de intentos de asesinato a Fidel Castro. En los 20 meses que precedieron al incidente, este grupo había penetrado el espacio aéreo cubano en 25 ocasiones, cada una de ellas denunciada por el gobierno cubano. Después de muchas gestiones diplomáticas el gobierno de Estados Unidos quiso parecer receptivo. Inició una investigación acerca de esos vuelos, solicitando la ayuda de Cuba en la entrega de detalles de provocaciones previas, acusando recibo de los mismos y agradeciéndole por ello. El 24 de febrero de 1996 tales procedimientos administrativos no habían sido completados, pero más tarde al Sr. Basulto le fue retirada su licencia de piloto por parte de la Administración Federal de Aviación (FAA) y no puede volar más (al menos legalmente).

Los provocadores habían anunciado descaradamente que iban a continuar realizando vuelos ilegales dentro del espacio aéreo cubano e incluso proclamaron que la isla, que estaba en ese momento sufriendo su peor crisis – peor en términos económicos, que la Gran Depresión, de acuerdo a un informe de Naciones Unidas – no era capaz de responder a sus incursiones ilegales. En enero, el Sr. Basulto llevó con él un equipo de televisión de la NBC desde Miami que filmó y trasmitió como ellos sobrevolaban el centro de la ciudad de la Habana lanzando propaganda y otros materiales. Cuba hizo pública su decisión de no tolerar más tales provocaciones, envió las notificaciones apropiadas a quienes correspondía, incluyendo el Gobierno de Estados Unidos, el Departamento de Estado y la FAA, que a su vez advirtió a Basulto y su grupo que debían abstenerse de tales vuelos.

La supuesta “conspiración” fue en si misma un estupidez monumental, incomprensible para cualquier mente racional. La hipótesis era que el gobierno cubano había decidido provocar una guerra total con Estados Unidos, una confrontación militar que obviamente hubiera resultado en un terrible golpe no solo para el gobierno cubano, sino para toda la nación y su pueblo. En cualquier crimen la motivación es siempre un factor clave, una señal decisiva. ¿Cuál podría haber sido la motivación de Cuba para provocar un evento de ese tipo precisamente en ese momento, 1996, el de más riesgo para la supervivencia de nuestro país, sin aliados ni amigos en un mundo y un hemisferio bajo el control total de Estados Unidos?

Cuba hizo exactamente lo contrario. Denunció una y otra vez cada provocación a la FAA y a la Organización Internacional de Aviación Civil (OACI, la institución vinculada a Naciones Unidas que se encarga de estos asuntos) y envió decenas de notas diplomáticas al Departamento de Estado. Pero Cuba fue más allá. Hizo su mayor esfuerzo para llegar al más alto nivel de la administración norteamericana, la Casa Banca, tratando de prevenir más incidentes.

El número de enero de 1998 de la revista The New Yorker dedicado a Cuba en ocasión de la visita del Papa incluyó un artículo serio en el que se puede encontrar un recuento bastante objetivo de esos esfuerzos de Cuba. (Carl Naguin, Annals of Diplomacy Backfire, The New Yorker, January 26, 1998, http://www.newyorker.com/archive/1998 )

Sí, hubo una conspiración para provocar la tragedia del 24 de febrero de 1996. Pero fue un trabajo total y exclusivo de los mismos grupos de Miami que han desencadenado una campaña terrorista de medio siglo contra Cuba, la misma cuadrilla que más tarde secuestraría a Elián González, un niño de 6 años. Hechos de los cuales ellos siempre han salido impunes.

VII. SUCEDIÓ EN MIAMI
La Corte de Distrito del Sur de la Florida no es un tribunal internacional, ni tampoco un organismo de Naciones Unidas que tenga jurisdicción en asuntos que afecten las relaciones entre países. Tiene un deber muy específico, que es establecer si un determinado acusado es culpable o no de un cargo concreto. Al instruir al jurado en el caso de Gerardo Hernández, la Corte evocó el lenguaje de la acusación del Gobierno:

“El Cargo 3 refiere que el acusado Gerardo Hernández conspiró con otras personas para perpetrar un asesinato, es decir, la muerte sin justificación legal de seres humanos con intención criminal y premeditación en la jurisdicción marítima y territorial especial de los Estados Unidos.” (Trascripción del juicio ante la Honorable Joan A. Lenard, Junio 4, 2001, Págs. 14587 – 14588) La Jueza Lenard señaló que Gerardo: “Puede ser encontrado culpable de ese delito solamente si todos los hechos siguientes son probados más allá de cualquier duda razonable:

Primero. Que las víctimas nombradas en la acusación están muertas. Segundo. Que el acusado causó la muerte de las víctimas con intención criminal.

Tercero. Que el acusado lo hizo con premeditación. Cuarto. Que el asesinato ocurrió dentro de la jurisdicción marítima y territorial especial de los Estados Unidos” (Ídem Págs. 14598 – 14599).
Y amplió más adelante:

“Matar con intención criminal significa matar a otra persona deliberada e intencionalmente… Se requiere adicionalmente matar con premeditación para probar la intención criminal y poder establecer el delito de asesinato en primer grado. La premeditación está típicamente asociada con el asesinato a sangre fría y requiere de un período de tiempo en el cual el acusado delibere o piense acerca del asunto antes de actuar.

Debe haber pasado suficiente tiempo, para que el asesino después de su intento de asesinar, esté completamente conciente de su intención. A ustedes se les ha instruido que el lugar del supuesto asesinato, como se describe en el acta acusatoria, si ustedes fallan más allá de cualquier duda razonable que ese delito ocurrió ahí, sería dentro de la jurisdicción marítima y territorial especial de los Estados Unidos.” (Idem Págs. 14599 – 14600).

Tal crimen nunca ocurrió. Durante siete meses de juicio los fiscales no pudieron presentar ninguna evidencia que implicara a Gerardo en los trágicos sucesos del 24 de febrero de 1996, ni pudieron demostrar, “más allá de una duda razonable”, la localización exacta del incidente – algo que ya los expertos de la OACI no habían podido determinar.

Debe señalarse, sin embargo, que los radares cubanos mostraron claramente que el derribo tuvo lugar bien adentro de nuestro territorio, que los únicos restos fueron hallados muy cerca del Malecón de la Habana y que la guardia costera de Estados Unidos, al no poder encontrar nada en aguas internacionales, solicitó oficialmente el 25 de febrero a través del Departamento de Estado permiso a Cuba para buscar dentro de nuestras aguas territoriales. Los medios locales – los mismos “periodistas” pagados por el gobierno que habían fabricado la acusación en el Cargo 3 – se pusieron nerviosos e incluso anunciaron un inminente fracaso.

Unos días antes, tan pronto como la jueza le dio a conocer a las partes sus instrucciones al jurado, los fiscales hicieron algo que ellos mismos describieron como “un paso sin precedentes de petición” – a la Corte de Apelaciones – “de una orden inhibitoria” porque “a la luz de las pruebas presentadas en este juicio, esto [las instrucciones al jurado] constituye un obstáculo insuperable para Estados Unidos en este caso y probablemente resultará en el fracaso de la acusación en este cargo”.(Petición de Emergencia de una Orden Inhibitoria, Mayo 30, 2001, Págs. 4 y 21).

Después de reconocer de nuevo que la instrucción “impone una barrera insuperable a esta fiscalía” el gobierno solicitó a la Corte de Apelaciones decidir urgentemente: “Que a la corte de distrito se le ordene instruir al jurado que no es necesario que el jurado halle que el acusado Hernández o sus co-conspiradores en el cargo 3 de la acusación acordaran que los asesinatos ocurrieran en la jurisdicción marítima y territorial especial de los Estados Unidos.”

“Que a la corte de distrito se le prohíba dar las pautas de la instrucción al jurado sobre asesinato en primer grado e instruir al jurado que debe hallar que el acusado Hernández conspiró para cometer asesinato premeditado.” (Ídem, Pag. 39).

La Corte de Apelaciones rechazó la petición de emergencia y en consecuencia la jueza de distrito mantuvo sus instrucciones como se citan anteriormente.

Algunos en el equipo de defensa estaban celebrando regocijados una victoria que fue pronosticada incluso por los fiscales.

Pero al jurado le tomó unos pocos minutos, sin hacer ninguna pregunta, hallar a Gerardo culpable de conspiración para cometer asesinato en primer grado en la jurisdicción marítima y territorial especial de los Estados Unidos, un “crimen” que él no cometió y que los fiscales trataron desesperadamente de retirar.

Sucedió en Miami. Si allí es normal secuestrar con impunidad a un niño de seis años, ¿por qué sería difícil condenar a un joven por un “crimen” que no ocurrió?
Reflexiones del compañero Fidel
Es la hora del recuento y de la marcha unida


Esta reflexión no va dirigida a los gobiernos sino a los pueblos hermanos de América Latina.

Mañana 28 de agosto se iniciará en Argentina la reunión Cumbre de UNASUR cuya trascendencia no puede ignorarse. En ella se debe analizar la concesión de siete bases militares en territorio de Colombia, a la superpotencia norteamericana. Las conversaciones previas de ambos gobiernos se mantenían en riguroso secreto. El acuerdo debía presentarse al mundo como hecho consumado.

En horas de la madrugada del 1º de marzo del 2008, las Fuerzas Armadas de Colombia, entrenadas y armadas por Estados Unidos, habían atacado con bombas de precisión a un grupo de guerrilleros que penetró en una apartada zona del territorio ecuatoriano. Al amanecer, hombres de las tropas élites colombianas transportados en helicópteros ocuparon el pequeño campamento, remataron a los heridos y se apoderaron del cadáver del jefe guerrillero Raúl Reyes, quien al parecer sostenía en esos días un encuentro con jóvenes visitantes de otras nacionalidades, interesados en conocer las experiencias de la guerrilla que desde la muerte del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, hace más de 50 años, sostiene la lucha armada. Entre las víctimas había estudiantes universitarios de México y Ecuador que no portaban armas. El método fue brutal, al estilo yanki. El gobierno de Ecuador no había recibido advertencia alguna antes del ataque.

El hecho constituyó una acción humillante para el pequeño y heroico país suramericano, envuelto en un proceso político democrático. Se sospechaba fuertemente que la base aérea norteamericana de Manta había ofrecido información y cooperado con los atacantes. El presidente Rafael Correa adoptó la valiente decisión de solicitar la devolución del territorio ocupado de la base militar de Manta, cumpliendo estrictamente los términos establecidos en el convenio militar con Estados Unidos, y retiró su embajador en Bogotá.

La entrega de territorio para el establecimiento de siete bases militares de Estados Unidos en Colombia, amenaza directamente la soberanía y la integridad de los demás pueblos de Sur y Centroamérica con las que nuestros próceres soñaron crear la gran patria latinoamericana.
El imperialismo yanki es cien veces más poderoso que los imperios coloniales de España
y Portugal, ajeno por completo al origen, los hábitos y la cultura de nuestros pueblos.

No se trata de estrechos chovinismos. "Patria es humanidad", como proclamó Martí, pero jamás bajo el dominio de un imperio que ha impuesto al mundo una tiranía sangrienta. En nuestro propio hemisferio los cientos de miles de compatriotas latinoamericanos asesinados, torturados y desaparecidos en Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Panamá, Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay y otros países de Nuestra América, durante las últimas cinco décadas por golpes de Estado y acciones que Estados Unidos promovió y apoyó, demuestran de forma irrebatible lo que afirmo.

Cuando analizo los argumentos con que Estados Unidos pretende justificar la concesión de bases militares en territorio de Colombia, no puedo menos que calificar de cínicos tales pretextos. Afirma que necesita esas bases para cooperar en la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo, el tráfico de armas, la emigración ilegal, la posesión de armas de destrucción masiva, los desbordes nacionalistas y los desastres naturales.

Ese poderoso país es el mayor comprador y consumidor de drogas del planeta. Un análisis de los billetes que circulan en Washington, capital de Estados Unidos revela que el 95 por ciento pasaron por manos de personas que consumen drogas; es el mayor mercado y a la vez el mayor suministrador de armas para el crimen organizado en América Latina, con ellas están muriendo decenas de miles de personas cada año al Sur de su frontera; es el mayor Estado terrorista que ha existido nunca. No solo lanzó las bombas contra ciudades civiles en Hiroshima y Nagasaki; en sus guerras imperiales como las promovidas en Vietnam, Iraq, Afganistán, Pakistán y otros países ubicados a miles de kilómetros de distancia en las que han muerto millones de personas; es el mayor productor y poseedor de armas de destrucción masiva, incluidas las nucleares, las químicas y las biológicas.

Los paramilitares colombianos, muchos de los cuales proceden de los desmovilizados de las Fuerzas Armadas y constituyen, en parte, sus reservas, son los mejores aliados y protectores de los narcotraficantes.

El llamado personal civil que acompañaría a los soldados en las bases de Colombia son, como norma, ex militares norteamericanos perfectamente entrenados, que son después contratados por empresas privadas como Blackwater, que se hizo famosa por los crímenes cometidos en Iraq y otras partes del mundo.

Un país que se respete a sí mismo no necesita mercenarios, ni soldados, ni bases militares norteamericanas para combatir el narcotráfico, ni proteger la población en los casos de desastres naturales, o brindar cooperación humanitaria a otros pueblos.

Cuba es un país sin problemas de drogas ni altos índices de muertes violentas, cuyo número decrece por año.

El único propósito de Estados Unidos con esas bases, es poner América Latina al alcance de sus tropas en cuestión de horas. La alta jerarquía militar de Brasil recibió con verdadero desagrado la noticia sorpresiva del acuerdo sobre la instalación de bases militares de Estados Unidos en Colombia. La base de Palanquero está muy cerca de la frontera con Brasil. Con esas bases, unidas a las de las Islas Malvinas, Paraguay, Perú, Honduras, Aruba, Curazao y otras, no quedaría un solo punto del territorio de Brasil y del resto de América del Sur fuera del alcance del Comando Sur, donde en cuestión de horas, mediante el empleo de sus más modernos aviones de transporte, puede hacer llegar tropas y otros medios sofisticados de combate. Los mejores especialistas en la materia han suministrado los datos necesarios, para demostrar el alcance militar del acuerdo yanki-colombiano. Tal programa, que incluyó el restablecimiento de la IV Flota, fue diseñado por Bush y heredado por el actual gobierno de Estados Unidos, a quien algunos líderes suramericanos demandan el debido esclarecimiento de su política militar en América Latina. Los portaaviones nucleares no se necesitan para combatir las drogas.

El objetivo más inmediato de ese plan es liquidar el proceso revolucionario bolivariano y asegurar el control del petróleo y otros recursos naturales de Venezuela. El imperio, por otro lado, no acepta la competencia de las nuevas economías emergentes en su patio trasero, ni países verdaderamente independientes en América Latina. Cuenta con la oligarquía reaccionaria, la derecha fascista y el control de los principales medios de difusión masiva internos y externos. Nada que parezca verdadera equidad y justicia social tendrá su apoyo.

La emigración de latinoamericanos hacia Estados Unidos es consecuencia del subdesarrollo, y este es consecuencia del saqueo a que hemos sido sometidos por parte de ese país y del intercambio desigual con las naciones industrializadas.

México fue desgajado de América Latina por el Acuerdo de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. La mayoría de los 12 millones de emigrantes ilegales en el primero de esos países son mexicanos y también la mayor parte de los cientos que mueren cada año en el muro de la frontera con aquel país.

Con una población de 107 millones de habitantes, en medio de la actual crisis económica internacional, el índice de pobreza crítica en México se ha elevado al 18 por ciento y la pobreza general alcanza a más de la mitad de sus habitantes.

Nada perturbó tanto la vida de Martí, el Apóstol de nuestra independencia, como la anexión a Estados Unidos. Desde 1889 venía tomando conciencia de que ese era el mayor peligro para América Latina. Soñó siempre con la Patria Grande, desde el río Bravo hasta la Patagonia; por ella y por Cuba dio su vida.

El 10 de enero de 1891 escribió en La Revista Ilustrada de Nueva York un ensayo titulado "Nuestra América", en el que expresó inolvidables frases: "... ¡los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes."

Cuatro años más tarde, después de su desembarco por Playitas en la provincia oriental de Cuba, cuando ya marchaba por los campos insurrectos, sostuvo un encuentro con el periodista del Herald George E. Bryson, el 2 de mayo de 1895. Este le contó que había entrevistado en La Habana al famoso general Arsenio Martínez Campos. El jefe español le dijo que antes de conceder la independencia a Cuba prefería entregarla a Estados Unidos.

De tal forma impactó la noticia a Martí, que el 18 de mayo escribió a su amigo mexicano Manuel Mercado la famosa carta póstuma en la que habla del "... camino que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de Nuestra América, al Norte revuelto y brutal que los desprecia... "

Al día siguiente, desoyendo el consejo del General Máximo Gómez, quien le indicó permanecer en la retaguardia, solicitó a su ayudante un revólver, cargó contra una tropa española bien posesionada y murió en el combate.

"Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas", sentenció en su última carta.

Fidel Castro Ruz
agosto 27 de 200912 y 40 p.m.
DECLARACIÓN SOLIDARIA CON LOS CINCO
PATRIOTAS CUBANOS PRESOS EN ESTADOS UNIDOS

Los legisladores, concejales, dirigentes políticos, sindicalistas, dirigentes de organizaciones de derechos humanos y entidades sociales, intelectuales y personalidades de Argentina, exhortamos a las autoridades gubernamentales y judiciales de Estados Unidos para que liberen a los Cinco Patriotas Cubanos que mantienen presos.

Se trata de los ciudadanos Antonio Guerrero Rodríguez, Fernando González Llort, Gerardo Hernández Nordelo, Ramón Labañino Salazar y René González Sehwerert, luchadores antiterroristas cubanos encarcelados en los Estados Unidos, bajo circunstancias que han sido reiteradamente denunciadas ante los organismos internacionales por ser violatorias de las garantías procesales y de los más elementales principios consagrados por el derecho moderno y los instrumentos internacionales en materia de derechos humanos.

Esos ciudadanos estaban monitoreando en La Florida a las organizaciones terroristas de la mafia cubano-americana, responsables de muchos atentados contra personas, hoteles, empresas y dependencias en la patria de José Martí. Ellos no espiaban a la Casa Blanca ni al Pentágono ni a ninguna empresa o entidad norteamericana: sólo a los grupos violentos anticubanos de Miami, para prevenir sus atentados.

Sin embargo, fueron detenidos y juzgados en Miami, donde no tuvieron un juicio imparcial y condenados a un total de 4 cadenas perpetuas y 77 años de prisión. Todo ello sin que les encontrara ni un arma, ni se les incautara un documento secreto en sus computadoras. Nada.
Este 12 de septiembre de 2009 se cumplen 11 años de tan injusta detención y en el caso de dos de los detenidos, de la privación de la visita de sus esposas e hijos durante todo este tiempo, una tremenda violación más a los derechos humanos que ha caracterizado a todo este juicio y condenas.

Por eso los abajo firmantes pedimos al presidente estadounidense Barack Obama y al secretario de Justicia Erick Holder, que dispongan las libertades de los Cinco Cubanos. Asimismo reclamamos al gobierno estadounidense que concluya con el ilegal bloqueo económico contra Cuba que ya lleva casi 50 años de duración. Su levantamiento ha sido exigido en las últimas 17 Asambleas Generales de la ONU por votaciones abrumadoramente mayoritarias de los países representados en ese ámbito.

LIBEREN A LOS CINCO CUBANOS PRESOS EN EE UU
LEVANTEN EL BLOQUEO DE EE UU CONTRA CUBA.

Firman:
Irina Santesteban, secretaria general del gremio de Judiciales de Córdoba (AGEPJ); Luis Vitín Baronetto, director de Derechos Humanos de la Municipalidad de Córdoba; Raúl Sánchez, secretario de Derechos Humanos de la Provincia de Córdoba; Claudio Orosz, abogado querellante en los juicios por derechos humanos; Oscar Alvarez y Nené Heumann, Cesarc; Alcira Vaca y Daniel Silberman, Hoy por Cuba; Sergio Ortiz, secretario del Partido de la Liberación; Alejandra Beltrán, Mil por Cuba y Brigada de Alfabetización “Mundo Nuevo”; Gonzalo Pedano, Brigada de Alfabetización “Mundo Nuevo” y Comisión de Homenaje a los Desaparecidos y Mártires Populares; Marcelo Molina, secretario de prensa de la AGEPJ; Carmen Hernández, secretaria general de Asociación Docentes e Investigadores de la Universidad de Salta (ADIUNSa); Jorge Ramírez, secretario adjunto de ADIUNSa; Mónica Mooney, veedora gremial de AGEPJ; Ana Daglio, traductora y familiar de detenidos-desaparecidos; "Sol de Polen en BARRIO CHE" Alta Gracia (Patrimonio de la Humanidad), Córdoba, Argentina; Norma Ortega, Arquitecta y Promotora Cultural; Héctor Celano, Poeta, Recitador, Periodista Cultural; Juan Miguel Ceballos, abogado, hijo de una víctima de fusilamientos de presos políticos en la UP1 durante la dictadura militar; Inés Izaguirre, profesora UBA, Covicepresidenta APDH, Capital Federal; Pablo Tissera, Jefe Filial Córdoba, Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, IMFC; ASAMBLEA PERMANENTE POR LOS DERECHOS HUMANOS DE ROSARIO (A.P.D.H. ROSARIO); Jorge Bontcheff, FPL; Elena Rivero, programa radial “Educación en la Mira” de radio Universidad de Salta; FUNDACION INVESTIGACION Y DEFENSA LEGAL ARGENTINA (FIDELA), Liliana Mazea Sec. Gral.; Mariano Silberman-Diseñador Gráfico – Córdoba; María Gimena Fernandez-Lic-Comunicación Social- Córdoba; Raúl Mendoza Reynoso-Ingeniero Agrónomo-Peruano residente en Córdoba; Lic.Eugenia Levin-Lic.en Cine-Córdoba-Ciclo de cine "El ojo Crítico"; Antonio Pizarro-Ciclo de Cine "El Ojo Critico-Córdoba

jueves, 10 de septiembre de 2009

MITIN
SABADO, 12 DE SEPTIEMBRE,
12HEMBAJADA DE EUAPASEO DE LA REFORMA, CD. DE MEXICO
¡Libertad para los Cinco Ya!
¡Permitan Visitas Familiares!
¡Otorguen las visas de entrada al país a Adriana Pérez y a Olga Salanueva!
Invita: Movimiento Mexicano de Solidaridad con Cuba
ACTUALIZACION DE LA SITUACION JURIDICA
DE LOS CINCO CUBANOS PRESOS EN ESTADOS UNIDOS

Entrevista con Richard Klugh, abogado de los Cinco: Los castigos inmerecidos continúan

Transcripción de la entrevista telefónica de Bernie Dwyer (de Radio Habana, Cuba) al abogado, Richard Klugh, quién es parte del equipo de abogados de los Cinco. Traducción: Cubadebate.Tres de los Cinco, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González están ahora en el Centro de Detención Federal de Miami, esperando la revisión de sus sentencias el 13 de octubre de 2009.

Están recluidos en aislamiento solitario en la misma celda "especial" donde pasaron 17 meses encarcelados hasta el 2001.

Bernie Dwyer (RHC): ¿Por qué han sido trasladados a Miami?

El abogado Richard Klugh (RK): Ramón, Antonio y Fernando fueron trasladados a Miami durante las últimas dos semanas desde diversas prisiones en Kentucky, Colorado e Indiana, para que estén presentes en una audiencia ante el juez de distrito para ser sentenciados nuevamente, según lo dictaminó el tribunal de apelaciones.

BD: ¿Se comunican entre ellos?

RK: En estos momentos, están separados sin comunicación con los demás: incluso no tienen ni siquiera comunicación con los otros reclusos. Están en celdas de aislamiento que se usan como viviendas "especiales" y aún no está claro si los trasladen de esas celdas de aislamiento antes de la revisión de sus sentencias o no. Tenemos la esperanza de que va a suceder.

BD: ¿Les permiten tener contacto con sus abogados?

RK: Sí. Los abogados los visitan y pueden hablar con ellos. La audiencia para la revisión de la sentencia es en aproximadamente un mes y medio. Por eso, es necesario que los abogados hablen con ellos.

BD: ¿Se les permite tener visitas familiares y llamadas telefónicas?

RK: Se les permitirán, pero siempre hay un retraso cuando ocurre un traslado de este tipo.

BD: ¿Pueden recibir cartas de los que los apoyan y de sus amigos?

RK: Absolutamente y por supuesto queremos embullar a todos hacerlo. A escribirles a ellos con los nombres que usa la Oficina de Prisiones a la dirección del Centro de Detención Federal de Miami.

BD: ¿Puede explicarnos por qué el tribunal revisará las sentencias de solamente tres de los Cinco: Antonio, Fernando y Ramón? ¿Por qué el tribunal no revisará las sentencias de Gerardo Hernández y René González?

RK: Debido a que Gerardo fue condenado por el asunto de Hermanos al Rescate,el tribunal dijo que no calificaba para una resentencia, ya que fue sentenciado por ese asunto a cadena perpetua y no pudimos reversar esa condena durante la apelación. La condena de René está basada en delitos a los cuales realmente no tiene mucho derecho de apelación. No fueron sentencias que verdaderamente limitaban lo que un tribunal podía imponer.

Y así los argumentos que se aplica a las condenas y los cargos de Ramón, Antonio y Fernando no se les aplican a René. Los primeros quince años de la sentencia de René no se rigen por los directrices federales de imposición de sentencia, porque no hay directrices para el delito de conspirar o actuar como un agente extranjero no inscrito.

BD: ¿Cómo pudiese caracterizar esta audiencia del 13 de octubre?

RK: Es una oportunidad para re-examinar las sentencias anteriores, y posiblemente reducirlas substancialmente. Ellos tienen el derecho de apelar la nueva sentencia si el tribunal comete errores legales cuando las impone.

BD: ¿Hay alguna posibilidad de que el juez podría sentenciarlos a más largo plazo en la cárcel?

RK: Eso siempre es posible, pero es muy conocido que cada uno de los Cinco se ha comportado de forma ejemplar en la cárcel. Creo que son muy apreciados por los oficiales del sistema de prisión federal debido a su buena conducta, a las buenas obras con otros presos, etc. Realmente no hay por qué castigarlos más de lo que lo que ya han sido castigados.

BD: Si nos fijamos en alguien como René, que cumple 15 años. ¿Hay algún mecanismo que puede tener tiempo libre por buen comportamiento?

RK: Hay provisiones limitadas para reducirle la sentencia dentro del sistema federal, y esperamos que en los próximos dos años por lo menos René pudiera ser liberado.

A veces hay que litigar para obligar al gobierno a liberar al preso durante la última etapa de encarcelamiento. No sé si vamos a tener que litigar eso en el caso de René o no, pero definitivamente estamos dispuestos a insistir que se le den todas las oportunidades para la libertad temprana.

BD: ¿Sabes quien será el juez de la resentencia?

RK: La misma jueza que impuso la sentencia anterior y esencialmente el mismo personal. Algunos de los fiscales ya no trabajan con el gobierno, pero esencialmente será el mismo personal.

BD: ¿Deben ustedes argumentar que el proceso y la jueza cometieron un error en la condena en primera instancia?

RK: El tribunal de apelaciones ya ha declarado que algunas de los factores que la jueza aplicó cuando los sentenció anteriormente era demasiado fuertes y esa es la razón por la que se produce la revisión de la sentencia. Esos principios que dictamina la Corte de Apelaciones forman la base para el proceso de resentencia. Y ciertamente, en eso basamos nuestra esperanza de que, como resultado de tales consideraciones, estas se reduzcan sustancialmente.

BD: ¿La opinión de que algunas de las disposiciones de la sentencia original eran demasiado duras vino de la Corte del 11 Circuito de Apelaciones de Atlanta?

RK: Sí.

BD: ¿Cree que con el cambio de administración se podía esperar también un cambio en el enfoque adoptado por el tribunal para el caso de los Cinco, quefueron condenados durante la administración Bush?

RK: No lo creo. Mucho tiempo ha pasado. Muchos han sido los cambios que se han producido desde la sentencia original. La gente ha aprendido mucho acerca del caso y de que ellos no merecían tan enorme castigo, algo que yo creo nos ayudará en este proceso.

Pero no sé si en el plano político, decisiones individuales (de un Presidente) en este caso tendrían algún efecto. Lo que he encontrado es que normalmente no es así.

Para nosotros, la parte más importante del caso que sigue se refiere a Gerardo y estamos tratando de hacer algo que le dé la oportunidad de ser puesto en libertad.

BD: ¿Se puede hablar en este momento sobre cómo se presentará el nuevo caso de sentencia en el tribunal?

RK: Cada uno estará representado por su abogado principal. Joaquín Méndez representa a Fernando. Leonard Weinglass representa a Antonio y Bill Norris representa Ramón. Ellos están preparando los argumentos de cada individuo y las explicaciones de por qué se deben aplicar penas sustancialmente más bajas.

Es muy importante recordar que Antonio y Ramón tenían penas de cadena perpetua y nuestra esperanza es que las sentencias se verán considerablemente reducidas a una expresión más acorde con el delito, cuandono hubo pruebas de la comisión de espionaje.

Esta entrevista fue transmitida por Radio Habana Cuba el 1 de septiembre 2009.

Para sintonizar la señal de Radio Habana Cuba en vivo, visita:http://media.enet.cu/radiohabanacuba