sábado, 3 de octubre de 2009

La Historia no contada de los Cinco (Continuación)
Ricardo Alarcón de Quesada

VIII. El juicio de prior
Cuando la histórica decisión unánime fue revocada a instancias del Fiscal General de W. Bush (Remember Elian? CounterPunch, Agosto 11, 2009), el mismo panel de tres jueces tenía que escuchar los temas que quedaban además del de la sede, que había sido sobre el que ellos habían expresado su memorable opinión. Sin embargo, mientras tanto, uno de los jueces, el mayor y el más liberal, se había retirado y otro fue designado para sustituirlo. El elegido para ese papel fue uno nombrado por Bush durante un receso del Senado, William H. Pryor, cuya nominación, descrita como "una de las más polémicas de la historia reciente", había provocado un gran revuelo en el Senado, que lo confirmó con la oposición de 45 senadores.

El Senador Kerry, afirmó que el nuevo juez "ha sido un constante defensor de la disminución de los derechos garantizados por la constitución" con su "constante búsqueda de opiniones legales extremas e incorrectas... como resultado nuestro sistema jurídico federal tendrá menos habilidad para proteger los derechos constitucionales que nos son tan caros" (Actas del Congreso, Senado Junio 14, 2005).

Pryor fue criticado por algunos de los principales periódicos, y fue descrito como un "fanático de derecha que no está capacitado para juzgar". Sintetizando su historial Jeffrey St.Clair manifestó: "Él va mucho, mucho más allá que incluso muchos de los ideólogos más extremistas en su partido". ("Pryor unrestraint", CounterPunch, Junio 14, 2003).

El Sr. Pryor escribió la opinión de rechazo de la Corte a los otros temas presentados por la defensa con un lenguaje que en momentos era más cercano a la vulgar diatriba y a las calumnias anticubanas que al estilo balanceado y sobrio de los documentos legales (incluso algunos terroristas bien conocidos, descritos correctamente como tales por el panel anterior, fueron ahora convertidos en patrióticos luchadores por la libertad). Curiosamente, la acusación de "espionaje" fue fabricada de forma tan torpe y el juicio de Miami incluía otros errores tan obvios, que Pryor tuvo que estar de acuerdo con los otros dos jueces en anular las sentencias de tres de los acusados. (Espías sin Espiar, CounterPunch Agosto 28-30, 2009).

Esta vez el panel estuvo dividido en un punto crucial: el Cargo 3 - conspiración para cometer asesinato. Uno de los jueces, J. Birch, a pesar de coincidir con la opinión de Pryor reconoció que "este tema presenta un caso muy cerrado" y reiteró "que la moción para cambio de sede debió haber sido otorgada" agregando que "Los acusados estuvieron sujetos a tal grado de daño basado en el demostrado prejuicio dominante en la comunidad que sus condenas debieron ser revocadas". (US Court of Appeals for the Eleventh Circuit N. 01-17176, DC Docket No. 98- 00721 CR-JAL, Page 83).

La Jueza Phillys Kravitch en una impresionante opinión discrepante de 15 páginas demostró la terrible injusticia cometida por sus colegas en contra de Gerardo Hernández.

Ella señaló: "Un país no puede legalmente derribar una aeronave en el espacio aéreo internacional, en contraste con un país que derribe una nave aérea extranjera dentro de su propio territorio cuando los pilotos de esas aeronaves que han sido advertidos en repetidas ocasiones que respeten los límites territoriales, han dejado caer objetos sobre el territorio, y cuando el objetivo de los vuelos es desestabilizar el sistema político del país".

Así, la cuestión de si el Gobierno suministró suficiente evidencia que apoyara la condena a Hernández depende de si presentó suficiente evidencia para probar que él estuvo de acuerdo en derribar los aviones en el espacio aéreo internacional, en contraposición con el cubano. (Ídem Págs. 94-95) y a este respecto "el Gobierno no pudo señalar ninguna evidencia." (Ídem Pág. 98).
Pero más allá del tema de la ubicación del incidente "el Gobierno no pudo aportar en lo absoluto suficiente evidencia de que Hernández estuvo de acuerdo en el derribo de los aviones. Ninguna de las comunicaciones interceptadas que el Gobierno presentó en el juicio muestra un acuerdo para derribar los aviones. Como mucho, la evidencia muestra un acuerdo para "confrontar" a los aviones de "Hermanos al Rescate". Pero una "confrontación" no significa necesariamente un derribo."

Para demostrar que tenía razón hizo referencia a los testimonios y cintas de video presentadas en el juicio: "Esta evidencia demuestra lo obvio: existen muchas formas en las que un país puede "confrontar" a una nave aérea extranjera. Pero el Gobierno no presentó ninguna evidencia de que cuando Hernández estuvo de acuerdo en ayudar a "confrontar" a "Hermanos al Rescate" él haya accedido a que la confrontación fuera un derribo. Concluir que la evidencia sí muestra esto va más allá de meras inferencias a una total especulación... Debido a que tanta evidencia señala hacia una "confrontación" y no hacia un derribo, yo no puedo decir que un jurado razonable —dada toda la evidencia— pueda concluir más allá de una duda razonable que Hernández estuvo de acuerdo con el derribo". (Idem Págs. 96-97)

Esto era tan obvio que el mismo Gobierno había reconocido en una petición de emergencia "sin precedentes" a esa misma Corte de Apelaciones que demostrar la inventada culpabilidad de Gerardo en un crimen tan fabricado constituía un "obstáculo insuperable" para la fiscalía.

Ese habría sido el caso con un "jurado razonable" en cualquier otra sede. Pero no en Miami, donde los intimidados jurados estaban rodeados en la sala del tribunal de una banda de individuos que proclamaban sus proezas terroristas y habían sido capaces de secuestrar a Elián González, siempre con total impunidad y que se unieron al Gobierno en la solicitud del peor castigo para Gerardo. Eso pudiera haber sido comprendido por cualquier juez razonable. Pero no por un "fanático de derecha que no está capacitado para juzgar".

Alguien en la Casa Blanca estaba feliz. Su nombrado en el cargo le sirvió bien. A Gerardo le confirmaron sus dos cadenas perpetuas con el voto renuente y paradójico de un juez, Birch, que insistió en que las "condenas [de todos los Cinco] deben ser revocadas" y una digna dama que mantuvo su opinión discrepante: "El Gobierno no presentó ninguna evidencia" para sostener su acusación.

Después del vergonzoso fallo de Pryor los Cinco apelaron a la Corte en banc. Esta vez ellos no estaban cuestionando una decisión unánime y bien fundada —como hizo el Gobierno en el 2005— sino una claramente injusta y prejuiciada que había dividido profundamente al panel en relación con el Cargo 3, con la Kravitch rechazándola con impecable consistencia y Birch —después de reconocer sus argumentos, pero ignorando la presunción de inocencia y sus propias "dudas razonables"— decidiendo de una manera rara unirse a la posición pro-Gobierno y a la lógica neoconservadora de Pryor.

Pero esta vez la Corte de Apelaciones confirmó las discutibles conclusiones del panel. Los jueces de Atlanta incluso se olvidaron de que fue a ellos a los que el mismo Gobierno les había hecho una "petición de emergencia" admitiendo que no habían podido probar la culpabilidad de Gerardo.

IX. El Reclamo ignorado
Habiendo agotado todas las posibilidades de apelación, los Cinco solicitaron a la Corte Suprema que revisara su caso. No estaban pidiendo demasiado. Este era un caso que merecía la atención de los magistrados de la Corte Suprema por una serie de razones, algunas de naturaleza realmente excepcional.
Durante todo el proceso —el más prolongado en su momento en la historia de Estados Unidos— estuvieron presentes un grupo de violaciones de derechos constitucionales, así como contradicciones con otros circuitos (consideradas como los asuntos principales a tratar por la Corte Suprema) en importantes temas, tales como la sede, la discriminación racial durante la selección del jurado, las sentencias y los derechos de los acusados y sus abogados.

Este era, además, un caso vinculado directamente con grupos terroristas y sus actividades dentro del territorio de Estados Unidos —en un momento en que el terrorismo se suponía que era el tema más importante— y con claras implicaciones desde el punto de vista de las relaciones internacionales; un caso en el cual generales y jefes militares e incluso un asesor principal de un Presidente habían declarado como testigos. Tuvo la distinción de ser único en varios sentidos.

La decisión unánime del panel original de la Corte de Apelaciones, después de haber examinado todos los aspectos del caso durante varios años, de anular todas las condenas y ordenar un nuevo juicio, fue única en sí misma, como lo fue el documento de 93 páginas que la contenía. La decisión del Gobierno, tomada al más alto nivel, de solicitarle a la Corte en banc que la revocara fue muy excepcional y fue muy raro que se lograra que la Corte accediera a una petición tan inusual.

Por otra parte, no es algo corriente para un juez de apelaciones solicitarle a la Corte Suprema que revise un caso, mucho menos hacerlo dos veces como lo hizo el Juez Birch, quien reiteró esa demanda mientras que paradójicamente se unía a Pryor en su vergonzoso fallo.

Este caso fue único también en cuanto a la preocupación y el interés en todo el mundo.

En el 2005, antes de la decisión del panel de la Corte de Apelaciones, una decisión muy importante y también única fue adoptada de forma unánime por el Grupo de Detención Arbitraria de las Naciones Unidas. Esta es una entidad completamente independiente, no un organismo intergubernamental, con cinco jueces —uno por cada continente— que no representan a ningún estado miembro de las Naciones Unidas y que actúan exclusivamente en su capacidad personal. Esos jueces estudiaron la situación de los Cinco a pedido de sus esposas y madres. El Grupo pasó varios años investigando el caso en su totalidad e interactuando con los Estados Unidos mediante correspondencia oficial. El Gobierno cubano nunca fue consultado, y no debía serlo, porque Cuba no era parte en ese proceso.

Fue una decisión que hizo historia. El Grupo llegó a la conclusión que la privación de libertad de los Cinco fue arbitraria y en contravención de los Convenios de Derechos Humanos de Naciones Unidas pertinentes y llamó al gobierno de Estados Unidos a que tomara medidas para remediar la situación.

El grupo señaló que: "el juicio no tuvo lugar en el clima de objetividad e imparcialidad que se necesita" y "el Gobierno [de Estados Unidos] no ha negado que el clima de predisposición y prejuicio contra los acusados en Miami persistió y contribuyó a presentar a los acusados como culpables desde el principio. No fue impugnado por el Gobierno el hecho de que un año más tarde él mismo admitió que Miami no era el lugar adecuado para celebrar un juicio donde estaba probado que era casi imposible seleccionar un jurado imparcial en un caso vinculado con Cuba".
"El Gobierno no ha refutado el hecho de que los abogados de la defensa tuvieron un acceso muy limitado a la evidencia debido a la clasificación del caso por parte del Gobierno como de seguridad nacional", lo que "ha socavado el equilibrio equitativo entre la acusación y la defensa y afectó negativamente la capacidad [de la defensa] para presentar evidencia contraria".

Los expertos de Naciones Unidas señalaron que los acusados "fueron mantenidos en confinamiento solitario durante 17 meses", y como consecuencia "la comunicación con sus abogados y el acceso a la evidencia y, con ello, las posibilidades de una defensa adecuada se vieron debilitadas".

Para concluir fallaron que estos "tres elementos enunciados arriba, en conjunto, son de tal gravedad que confieren a la privación de libertad de estas cinco personas un carácter arbitrario". (Informe del Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria E/CN.4/2006/7/Add.1 p. 66, Opinión No. 19/2005 - Estados Unidos de América)

Esta fue la primera y única vez en la historia de Estados Unidos y en la historia de las Naciones Unidas en que un organismo de la ONU haya declarado un proceso judicial en los Estados Unidos injusto y contrario a las normas establecidas universalmente de derechos humanos y al Derecho Internacional.

Pero esas conclusiones de cinco jueces independientes, ninguno de ellos, por cierto, de izquierda o radical, no se encontraban fácilmente en los medios norteamericanos y la mayoría de los estadounidenses probablemente nunca han oído hablar de ellas.

Muchos norteamericanos no conocen acerca de los Cinco porque a ellos no se les permite saber.
No solo el largo juicio de los Cinco fue mantenido en las sombras, a los norteamericanos no se les ha permitido saber que este caso ha estado muy presente en las mentes de muchos millones de personas en todo el planeta. Los grandes medios corporativos que no informaron sobre su batalla legal colocaron una cortina de silencio similar alrededor del amplio y creciente movimiento de solidaridad que los Cinco han recibido de prácticamente todas partes, desde Irlanda hasta Tasmania, desde Canadá hasta Namibia. Iglesias, parlamentos, organizaciones de derechos humanos, sindicatos, escritores, abogados y personas de todas las posiciones y condiciones sociales han expresado su preocupación e interés en todos los idiomas, incluyendo el inglés.
Pero la Corte Suprema no se tomó la molestia de escuchar.

X. Un insulto a la humanidad
El 6 de marzo de 2009 doce documentos de Amigos de la Corte (Amicus Briefs) fueron presentados en apoyo a la petición de revisión de los Cinco. Ese fue el mayor número de documentos de este tipo que haya instado jamás a la Corte Suprema a que revisara un caso criminal.

Ocho de los documentos fueron presentados por instituciones o personas en Estados Unidos: la Asociación Nacional de Abogados Defensores Criminalistas; la Asociación de Abogados Defensores Criminalistas de la Florida, Capítulo de Miami; el Proyecto Nacional de Jurados; el Gremio nacional de Abogados y la Conferencia Nacional de Abogados Negros; el Instituto William C. Velásquez y la Asociación Política Mexicano-Americana; la Clínica de Derechos Civiles de la Facultad de Derecho de la Universidad Howard; el Centro para la Política Internacional y el Consejo de Asuntos Hemisféricos; y un amicus presentado por los Profesores Nelson P. Valdés, Guillermo Grenier, Félix Masud-Piloto, José A. Cobas, Lourdes Argüelles, Rubén G. Rumbaut y Louis Pérez, distinguidos académicos cubanoamericanos, autores de algunos de los más importantes libros sobre la emigración cubana a Estados Unidos.

El apoyo de todo el mundo fue realmente impresionante:

Un amicus fue presentado por diez Premios Nobel: José Ramos-Horta (presidente de la República de Timor Leste), Wole Soyinka, Adolfo Pérez Esquivel, Nadine Gordimer, Rigoberta Menchú, José Saramago, Zhores Alferov, Darío Fo, Günter Grass y Máiread Corrigan Maguire.
Otro, por una cifra récord de legisladores de todos los rincones del planeta: fue suscrito por el Senado de México y la Asamblea Nacional de Panamá en pleno, en ambos casos habiéndose discutido y decidido por unanimidad. También por Mary Robinson, ex presidenta de Irlanda y ex Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas; por decenas de miembros de todos los grupos políticos del Parlamento Europeo, incluyendo tres actuales Vicepresidentes y dos ex Presidentes y cientos de parlamentarios de Brasil, Bélgica, Chile, Alemania, Irlanda, Japón, México, Escocia y el Reino Unido.

Este documento agregaba llamamientos similares de otros Premios Nobel, el Arzobispo Desmond Tutu y Harol Pinter, y del Consejo de Iglesias de América Latina, la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe, el Parlamento Latinoamericano, así como los otros órganos legislativos regionales y resoluciones específicas de apoyo aprobadas por los parlamentos nacionales de Namibia, Mali, Rusia, México, Brasil, Bolivia, Venezuela, Perú, Irlanda, Suiza y Bélgica, entre muchos otros.

Dos documentos separados fueron presentados por un amplio espectro de organizaciones de abogados y de personalidades:

Uno fue presentado por la Federación Iberoamericana del Ombudsman, la Orden de Abogados de Brasil (con 700 000 miembros), Asociaciones de abogados de Bélgica, la Asociación de Abogados de Berlín y otras asociaciones alemanas, la Federación Internacional de Derechos Humanos y un grupo de organizaciones religiosas, legales y de derechos humanos, profesores de derecho, y abogados de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Alemania, Japón, México, Panamá, Portugal, España y el Reino Unido. Entre las personalidades que firmaron estaban Federico Mayor Zaragoza, ex director General de la UNESCO y el Juez Juan Guzmán Tapia de Chile.

El otro amicus fue presentado por la Asociación Internacional de Abogados Demócratas; la Asociación Americana de Juristas, la Asociación de Abogados de la India, Droit Solidarité, la Sociedad Haldane y otras organizaciones legales de Italia, Japón, Filipinas, Portugal y Bélgica.
Un grupo de abogados norteamericanos se ofrecieron voluntarios para preparar esos documentos (como lo requiere la ley) consultando y coordinando con las muchas personas involucradas y presentando los documentos en tiempo y con el debido respeto a los parámetros técnicos y de otro tipo que la Corte ha establecido. Cada individuo o institución que presentaba un amicus tenía que identificarse con datos específicos, firmar personalmente y pagar. De conformidad con la Regla 37.6 de la Corte "ninguno de los abogados de ninguna de las partes ha redactado este documento ni total ni parcialmente. Ningún abogado o entidad, a no ser los amigos de la corte o sus abogados, realizó contribución monetaria alguna con la intención de financiar la elaboración o presentación de este documento".

Fue un inmenso trabajo por el cual muchas personas merecen ser reconocidas. Todos los documentos, junto con una lista completa de los amigos de la corte pueden encontrarse en el blog SCOTUS (www.scotusblog.com) y en www.antiterroristas.cu

Nunca sabremos qué fue lo que los magistrados o sus asistentes pensaron, si es que lo hicieron, acerca de estos documentos. Nadie sabe si ellos siquiera les echaron un vistazo. Los amigos de la corte no recibieron ninguna respuesta ni comentario, ni siquiera un acuse de recibo de un asistente.

Nadie sabe tampoco cómo se pronunciaron los magistrados en relación con la solicitud de revisión. Solamente conocimos el 14 de junio que la petición de los Cinco había sido rechazada junto con las otras peticiones que la Corte había decidido no escuchar.

Un famoso poeta mexicano una vez definió la actitud imperial de Estados Unidos con la combinación de dos palabras: arrogancia e ignorancia. Al parecer la Corte es la suprema personificación de ambas.

XI. Misión imposible
Cuando la Corte Suprema decidió no escuchar la petición de los Cinco, los magistrados actuaron exactamente como se les solicitó a nombre del Presidente Obama, mostrando que en este tema, no ha habido ningún cambio, evidentemente ningún cambio en el que nosotros podamos creer.
El pasado 14 de junio la Corte Suprema simplemente se unió a las otras dos ramas del Gobierno en su hostilidad hacia el pueblo de Cuba, que durante los años 90 había tenido entre sus principales características su complicidad con la campaña terrorista que ha costado vidas, sufrimiento humano y daños materiales, y que Estados Unidos en lugar de evitar —como era su obligación— toleró y promovió.

Inmediatamente después del derrumbe de la Unión Soviética, Cuba entró en una extremadamente severa crisis económica, para nosotros peor que la Gran Depresión de 1929. Este fue precisamente el momento escogido por Estados Unidos para fortalecer su bloqueo económico como se reflejó en la Enmienda Torricelli (1992) y en la Ley Helms-Burton (1996). El trío —Torricelli, Helms y Burton— al responderles a aquellos que objetaban las ilegales legislaciones extraterritoriales les aseguraba a sus colegas que ese era el último año del Gobierno dirigido por Fidel Castro.

Otros hicieron dinero fácil en esos días publicando textos baratos, que anunciaban con fechas específicas el inevitable fin de la Revolución Cubana. Esto se convirtió en un indiscutible dogma para muchos académicos, políticos y periodistas y una fuente de aliento para aquellos que han buscado venganza de forma activa durante décadas.

Algunos, no satisfechos con lo que ellos percibían como insuficiente agresividad por parte de Washington, trataron de realizar un asalto final a la isla abandonada y aislada.

Paradójicamente, en septiembre de 1994 y mayo de 1995 Cuba y Estados Unidos tuvieron éxito en la negociación de nuevos acuerdos migratorios en un ejercicio de tranquila diplomacia privada que incluyó el compromiso de avanzar hacia el levantamiento del bloqueo y una promesa de frenar las acciones terroristas contra Cuba.

Fue entonces cuando el Sr. Basulto y sus seguidores multiplicaron sus incursiones aéreas. Él fue muy franco al explicar sus intenciones. La supuesta naturaleza "humanitaria" de sus vuelos previos —ayudar a los cubanos indocumentados a entrar a Estados Unidos— había desaparecido desde el 2 de mayo de 1995 con la nueva política norteamericana de enviarlos de regreso a la Isla. Desde ese día, como reconoció el Sr. Basulto, los vuelos continuarían y se multiplicarían con propósitos subversivos. Casi a diario estaba en los medios anunciando la próxima provocación y proclamando que Cuba estaba tan debilitada por la crisis económica que no podía proteger sus fronteras, ni siquiera impedir que él sobrevolara el centro de la Habana, como hizo en más de una ocasión. Las autoridades de Estados Unidos sabían lo que él y su grupo estaban haciendo, como era sabido por cualquiera que tuviera un aparato de televisión porque las provocaciones eran filmadas y reportadas en vivo por las estaciones locales de Miami de las cadenas nacionales de televisión.

En 1995 y principios de 1996 hicimos todo lo posible para persuadir a Washington de que impidiera esas provocaciones aéreas completamente ilícitas. Le estábamos pidiendo solamente a la administración norteamericana que respetara el derecho internacional y cumpliera sus propias leyes y regulaciones nacionales.

Una oleada bastante intensa de comunicaciones oficiales tuvo lugar entre las autoridades de ambos países a través de la cual la parte norteamericana reconoció explícitamente el carácter ilegal de los vuelos e inició, con la cooperación cubana, los procedimientos administrativos contra los transgresores. O eso fue lo que reiteraron en sus notas diplomáticas.

Además de por los canales abiertos, advertimos una y otra vez, a los más altos niveles, tanto a las autoridades civiles como militares de Estados Unidos.

Fidel Castro estuvo involucrado personalmente en esas tareas. Pasó muchas horas con más de un importante visitante de Estados Unidos, algunos de ellos con un evidente aval de la Casa Blanca. Y tuvimos éxito en lograr un compromiso muy específico por parte del Presidente Clinton de que esas provocaciones no volverían a suceder jamás. (Acusación À La Carte, www.antiterroristas.cu, Septiembre 7, 2009; Annals of Diplomacy, Backfire, The New Yorker, January 26, 1998).

Algo bastante extraño sucedió en el camino de Washington a Miami. Al parecer el Presidente Clinton dio instrucciones específicas para que este compromiso se cumpliera. Pero en esa peculiar ciudad (¿recuerdan a Elián?) las órdenes del Comandante en Jefe de Estados Unidos no son siempre obedecidas. Tan pronto la mafia de Miami supo de las instrucciones del Presidente, los provocadores organizaron su última violación. Esa fue la verdadera conspiración, la única, que llevó a los trágicos hechos del 24 de febrero de 1996.

Increíblemente el Presidente Clinton reaccionó como si nunca hubiera sabido nada y corrió a firmar la Ley Helms-Burton en una deplorable ceremonia en la Casa Blanca, rodeado alegremente por algunos de los verdaderos culpables, los mismos individuos que lo desafiaron. Fue un año de elecciones presidenciales y Clinton ganó fácilmente en Miami.

Esa experiencia hubiera sido más que suficiente para que cualquiera se olvidara de la posibilidad de tener conversaciones serias y alcanzar compromisos con socios tan frívolos, algo así como una misión imposible.

Pero nosotros lo intentamos de nuevo. No teníamos otra opción.
Reflexiones del Compañero Fidel
Un triunfo del Tercer Mundo

Poderosas potencias económicas compitieron por ser sede de las Olimpiadas en el 2016, entre ellas las dos más industrializadas del planeta: Estados Unidos y Japón. Triunfó sin embargo Río de Janeiro, una ciudad de Brasil.

Que no se diga ahora que fue generosidad de las naciones ricas con Brasil, un país del Tercer Mundo.

El triunfo de esa ciudad brasileña es una prueba de la creciente influencia de los países que luchan por su desarrollo. Con seguridad, en los pueblos de América Latina, África y Asia, la elección de Río de Janeiro será recibida con agrado en medio de la crisis económica y la incertidumbre actual con el cambio climático.

Aunque deportes populares como la pelota sean eliminados de las competencias para dar cabida a entretenimientos de burgueses y ricos, los pueblos del Tercer Mundo comparten la alegría de los brasileños y apoyarán a Río de Janeiro como organizador de los Juegos Olímpicos del 2016.
Es un deber presentarse en Copenhague con la misma unidad, y luchar para evitar que el cambio climático y las guerras de conquista prevalezcan sobre la voluntad de paz, el desarrollo y la supervivencia de todos los pueblos del mundo.

Fidel Castro Ruz
Octubre 2 de 2009
2 y 55 p.m.
Reflexiones del Compañero Fidel
Allí se engendra una Revolución

El pasado 16 de julio dije textualmente que el golpe de Estado en Honduras "fue concebido y organizado por personajes inescrupulosos de la extrema derecha, que eran funcionarios de confianza de George W. Bush y habían sido promovidos por él."

Cité los nombres de Hugo Llorens, Robert Blau, Stephen McFarland y Robert Callahan, embajadores yankis en Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua, nombrados por Bush los meses de julio y agosto de 2008 y que los cuatro seguían la línea de John Negroponte y Otto Reich, de tenebrosa historia.

Señalé la base yanki de Soto Cano como punto de apoyo principal del golpe de Estado y que "la idea de una iniciativa de paz a partir de Costa Rica fue transmitida al Presidente de ese país desde el Departamento de Estado cuando Obama estaba en Moscú y declaraba, en una universidad rusa, que el único Presidente de Honduras era Manuel Zelaya". Añadí que "con la reunión de Costa Rica se cuestionaba la autoridad de la ONU, la OEA y demás instituciones que comprometieron su apoyo al pueblo de Honduras y lo único correcto era demandar del Gobierno de Estados Unidos el cese de su intervención en Honduras y retirar de ese país la Fuerza de Tarea Conjunta."

La respuesta de Estados Unidos, tras el golpe de Estado en ese país de Centroamérica, ha sido pactar con el Gobierno de Colombia un acuerdo para crear siete bases militares, como la de Soto Cano, en ese hermano país, que amenazan a Venezuela, Brasil y todos los demás pueblos de Suramérica.

En un momento crítico, cuando se discute en una reunión cumbre de Jefes de Estado en Naciones Unidas la tragedia del cambio climático y la crisis económica internacional, los golpistas en Honduras amenazan con violar la inmunidad de la Embajada de Brasil, donde se encuentra el presidente Manuel Zelaya, su familia y un grupo de sus seguidores que fueron obligados a protegerse en ese recinto.

Está probado que el gobierno de Brasil no tuvo absolutamente nada que ver con la situación que allí se ha creado.

Es por tanto inadmisible, más aún inconcebible, que la Embajada brasileña sea asaltada por el gobierno fascista, a no ser que pretenda instrumentar su propio suicidio, arrastrando el país a una intervención directa de fuerzas extranjeras como ocurrió en Haití, lo que significaría la intervención de tropas yankis bajo la bandera de Naciones Unidas. Honduras no es un país lejano y aislado en el Caribe. Una intervención de fuerzas extranjeras en Honduras desataría un conflicto en Centroamérica y crearía un caos político en toda América Latina.

La heroica lucha del pueblo hondureño, después de casi 90 días de incesante batallar, ha puesto en crisis al gobierno fascista y pro yanki que reprime a hombres y mujeres desarmados.

Hemos visto surgir una nueva conciencia en el pueblo hondureño. Toda una legión de luchadores sociales se ha curtido en esa batalla. Zelaya cumplió su promesa de regresar. Tiene derecho a que se le restablezca en el Gobierno y presidir las elecciones. De los combativos movimientos sociales están destacándose nuevos y admirables cuadros, capaces de conducir a ese pueblo por los difíciles caminos que les espera a los pueblos de Nuestra América. Allí se engendra una Revolución.

La Asamblea de Naciones Unidas puede ser histórica en dependencia de sus aciertos o errores.
Los líderes mundiales han expuesto temas de gran interés y complejidad. Ellos reflejaron la magnitud de las tareas que la humanidad tiene por delante y cuán escaso es el tiempo disponible.
Fidel Castro Ruz
Septiembre 24 de 2009
1 y 23 p.m.