lunes, 25 de julio de 2011

La Verdad secuestrada

Por Ricardo Alarcón de Quesada(1)


“Porque nada hay encubierto,
que no haya de descubrirse;
ni oculto que no haya de saberse”
(San Lucas 12.2)


El tema que me han asignado para este seminario se titula “Situación actual del caso de nuestros Cinco Héroes”.
Comenzaré diciendo que desde el punto de vista jurídico ha concluido ya su curso normal. Acudimos ahora a un procedimiento extraordinario, el llamado Habeas Corpus, que es una oportunidad que se ofrece por una sola vez a los condenados después que agotaron sin éxito todos sus recursos apelativos. Si se toma en cuenta los antecedentes son muy remotas las posibilidades de obtener por esta vía la liberación de nuestros compañeros.
Damos este paso, sin embargo, por dos razones fundamentales. La primera es una cuestión de principios: debemos librar esta batalla en todos los terrenos que podamos pues se trata de cinco inocentes que sufren injusta y cruel prisión. La segunda es que sólo alrededor de decisiones tomadas en instancias judiciales se ha logrado quebrar, aunque sea parcial y limitadamente, la férrea censura que los grandes medios de comunicación imponen a este caso.
También podría haber iniciado esta charla diciendo que la situación actual de los Cinco es idéntica a la que encaran hace trece años. Sobre ellos no hay noticias. Sufren un doble encierro, el de sus carceleros y el de los periodistas.
La primera reflexión que habría que hacer es ¿por qué ese silencio mediático? ¿Es que Cuba, su Revolución, sus problemas, han sido temas de escaso interés para esos medios? Ustedes saben que es al revés. Nuestra Patria ha recibido y recibe una atención incomparablemente mayor a la de otros países del Continente; se nos analiza día y noche bajo potentes reflectores y poderosas lupas que tratan, casi siempre distorsionando, los más diversos aspectos de nuestra realidad. Entonces ¿por qué casi nunca han dicho algo sobre este caso? Si los Cinco hubieran cometido algún crimen, si alguno de ellos hubiese hecho o intentado hacer algo contra el pueblo norteamericano ¿tiene alguien la menor duda de que ellos habrían sido tema constante en la propaganda anticubana?
La verdad es que los Cinco son completamente inocentes y son literalmente, sin exageración alguna, héroes, que han sacrificado sus vidas por salvar las nuestras, dando una prueba de altruismo insuperable. No hago un ejercicio de retórica.
Esa verdad consta en documentos oficiales del gobierno de Estados Unidos y de sus tribunales. Que su misión era tratar de descubrir los planes terroristas contra Cuba está con todas las letras en numerosos escritos, desde el Acta acusatoria inicial formulada contra ellos y en varias mociones de la fiscalía al comienzo del juicio y a lo largo de su desarrollo hasta las sentencias que al final les fueron impuestas. Que el propósito del gobierno norteamericano era proteger a los terroristas fue reconocido también en esos documentos y en repetidas intervenciones de la fiscalía, todo lo cual está registrado en las actas del tribunal.
El gran problema que enfrentamos es que el Imperio ha logrado impedir que esa información trascienda a la gente. Su éxito es notable. Ha podido secuestrar la verdad impunemente. No hablo de textos secretos o confidenciales. Me refiero a documentos que han estado y están disponibles para quien acceda al sitio oficial del Tribunal Federal del Sur de la Florida y busque el caso “Estados Unidos versus Gerardo Hernandez et al.” Pero eso sólo lo hacen algunos especialistas o personas particularmente interesadas. El gran público se entera de lo que sucede en los tribunales por las versiones que quieran darle los llamados “medios de información”. Y de este juicio, el más prolongado de la historia de un país que, entre otras cosas, tiene varios canales de televisión y otras publicaciones dedicadas exclusivamente a los tribunales, nada se dijo fuera de la ciudad de Miami. Debo detenerme en este punto.
Como ya les dije estamos ahora enfrascados en la presentación de los recursos de Habeas Corpus. El caso más difícil es el de Gerardo al cual me referiré más adelante.
Pero hay un elemento común en la apelación de todos ellos que se refiere a la conducta de la prensa. Mientras en el mundo entero era ignorado completamente, el juicio tuvo en Miami una desbordada y estridente cobertura de los medios locales que promovieron un ambiente de odio contra los acusados, pero además amenazaron y provocaron a los miembros del jurado y a los abogados y testigos. La propia jueza se quejó varias veces y pidió al gobierno que pusiera fin a una situación claramente violatoria de las normas del debido proceso. Ese fue uno de los factores que llevó a la decisión unánime del panel de la Corte de Apelaciones en el 2005 de anular aquella farsa y ordenar un nuevo juicio, justa decisión revocada después por presiones del gobierno de Bush.
Al siguiente año, en el 2006, se supo que esos “periodistas” de Miami eran pagados por el Gobierno para realizar su deleznable faena. Desde hace 5 años grupos de la sociedad civil norteamericana reclaman a las autoridades que revelen todo lo que aún ocultan sobre el alcance de esta operación millonaria – cuánto pagaron, a quiénes y para qué – en una conjura cuyo descubrimiento es más que suficiente para declarar nulo y sin valor alguno todo el proceso seguido contra nuestros compañeros.
Contra Gerardo se levantó una acusación adicional, una calumnia infame que es la causa por la que fue sentenciado a morir dos veces en prisión. Lo acusaron de “conspiración para cometer asesinato en primer grado”.
Sin embargo aquí tengo este documento fechado el 30 de mayo de 2001. Es de la Fiscalía General de Estados Unidos. Aquí dicen que no podían probar esa acusación y por ello solicitaron retirarla a última hora. Pese a ello, Gerardo fue declarado culpable por un crimen que no existió, que era imposible de probar y, para colmo, por el que ya no lo acusaban.
Pero ¿qué importa que este documento exista si nadie habla de él?
Se acusaba a Gerardo falsamente de haber participado en algo con lo que él no tuvo absolutamente nada que ver: el derribo en febrero de 1996 sobre aguas cubanas de dos aeronaves de un grupo terrorista que se dedicaba sistemáticamente a violar el territorio cubano y anunciaba cada violación y las pregonaba sin pudor en los medios de Miami. Independientemente de que este documento es prueba irrefutable de que la acusación era insostenible hay otro dato muy importante que ilustra sobre la prevaricación de las autoridades norteamericanas.
Para reclamar jurisdicción sobre el incidente Estados Unidos debía demostrar que había ocurrido fuera del espacio cubano. Los radares cubanos registraron el hecho dentro de nuestro mar territorial muy cerca de la ciudad de La Habana. Los radares norteamericanos ofrecían datos confusos o que se contradecían entre sí. La misión investigadora de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) solicitó las imágenes tomadas por los satélites de Estados Unidos pero Washington se negó a mostrarlas. Durante el juicio de Miami la defensa reiteró igual petición y el gobierno volvió a rechazarla. Ahora vuelve a reclamarlo Gerardo en su Habeas Corpus y Washington, otra vez, se niega a permitir que nadie vea esas imágenes. Son ya más de quince años de ocultamiento que revelan el carácter fraudulento del alegato estadounidense. Pero Washington ha logrado que nadie lo denuncie permitiéndole seguir engañando a muchos.
La información es cuestión clave para alcanzar la libertad de Gerardo Hernández Nordelo, Ramón Labañino Salazar, Antonio Guerrero Rodríguez, Fernando González Llort y René Gonzalez Sehwerert. Para ganar esta batalla se necesita movilizar a mucha gente, a millones de personas, y desplegar un movimiento de solidaridad que sea verdaderamente amplio y efectivo.
Cualquier aproximación a este problema, si tiene aunque sea un mínimo de objetividad, debe reconocer que estamos muy lejos de esa meta.
Está comprobado que las grandes corporaciones mediáticas imponen un silencio absoluto sobre este caso, especialmente riguroso en Estados Unidos, donde la inmensa mayoría de la población lo desconoce completamente. La ausencia del tema en esos medios no es reflejo de incapacidad profesional de los periodistas, sino que obedece a instrucciones precisas, a la decisión política de silenciarlo que procede de los más altos niveles de Washington.
Esperar que esos censores cambien de actitud es una ilusión sin sentido, sería practicar el autoengaño. Denunciarlos por ello una y otra vez, es correcto pero insuficiente porque nuestras reiteradas denuncias apenas tienen repercusión.
Es mucho más, muchísimo más lo que podemos y debemos hacer.
Ante todo hay que apreciar objetivamente el alcance que hoy tiene lo que debemos llamar por su nombre, la tiranía mediática global.
No se trata sólo de lo que dicen o callan los periódicos famosos, las grandes cadenas de televisión o las agencias cablegráficas que deciden sobre la transmisión de noticias en todo el mundo. Todos ellos, unificados en enormes monopolios controlan y manipulan la información y extienden su influencia hasta quienes quieren ser alternativas a esa dictadura global, incluyendo medios que se autodefinen como revolucionarios.
Hay mucha gente en el mundo que se esfuerza por hablar y hacerse oír con recursos muy limitados y han logrado alguna que otra vez penetrar la muralla de la desinformación y el engaño. Nuestros recursos son mucho mayores, los de las Universidades cubanas, sus profesores y estudiantes.
Hagamos como los niños de La Colmenita y preguntémonos sinceramente ¿qué más podemos hacer?

(1) Intervención en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI), Julio 20, 2011 ¡Pronto tendremos nuevas encuestas para usted!

El 26 de julio en nuestra sagrada memoria

Por Armando Hart Dávalos



Queridos lectores de POR ESTO!

El pasado 3 de junio, tuve la satisfacción de que en las páginas de este prestigioso diario se publicara un texto que titulé Mis más cercanos recuerdos de los moncadistas y la amnistía Parte I, en el cual narraba una parte de mis memorias sobre aquellos inolvidables acontecimientos de la mañana de la Santa Ana, como los antecedente que es necesario conocer para entender lo que significó todo el proceso ulterior de la amnistía. Ahora, cuando nos encontramos en la víspera del 53 aniversario de los hechos heroicos que tuvieron lugar el 26 de julio de 1953, les entrego asimismo, las razones que nos permiten comprender la huella permanente que dejaron aquellos sucesos y sus protagonistas en la historia de nuestra Patria.
El asalto a la fortaleza militar de la tiranía en Santiago de Cuba, al Oriente del territorio cubano, significó la réplica necesaria a las implicaciones del golpe de Estado. La heroicidad y la audacia de los combatientes repercutieron decisivamente en la situación del país. Tras los impactantes sucesos del 26 de julio de 1953, la figura de Fidel adquirió una dimensión nacional con verdadero relieve en toda la Isla.
Asimismo, resulta necesario recordar que en los años cincuenta existía un vacío ético en la superficie política de la sociedad cubana. Como consecuencia de la acción del Movimiento 26 de Julio, se produjo un ascenso moral y cultural de vasto alcance social. Sentido ético de la vida y programa de redención humana y social estuvieron presentes en la médula de aquellos acontecimientos que Fidel describió con magnífica prosa en el documento fundador: La historia me absolverá.
La ética y la justicia social constituyen la principal necesidad de Cuba, América y el mundo de hoy. Por eso, el Moncada fue y será un hecho que la historia premió no sólo absolviendo a los combatientes, sino con el agradecimiento eterno de la posteridad. Esta línea de pensamiento y sentimiento, muy relacionada con la necesidad de abrirle camino a la acción política, la tomó la Generación del Centenario de la tradición patriótica, literaria y moral que trasmitieron, en medio de grandes obstáculos, la educación y la escuela cubanas, desde el siglo xviii; por ella nos hicimos revolucionarios.
¿Y cuál era el contenido presente en el programa y las aspiraciones del Movimiento 26 de Julio que como una constante recorren la historia de la Revolución por más de cincuenta años? En los propósitos del Movimiento 26 de Julio se fusionaron las mejores tradiciones éticas de la sociedad cubana con las necesidades de medidas emancipatorias, económicas y sociales de entonces.
La tradición moral le viene al cubano desde los tiempos de forjación cuando el presbítero Félix Varela, en la escuela que fundó, reclamó la abolición de la esclavitud y la independencia nacional. El contenido de nuestra ética está caracterizado por la escuela de Luz y Caballero, quien situó a “la justicia como el sol del mundo moral”, y se completó más tarde, logrando alcance universal, cuando José Martí señaló: “Con los pobres de la tierra/ Quiero yo mi suerte echar”.
El sentimiento ético, patriótico, el sentido heroico del Moncada y las exigencias de igualdad y justicia social contenidas en La historia me absolverá, están en la médula de aquel acontecimiento. Esta articulación llegó hasta nuestros días y se proyecta hacia el porvenir.
Ética y justicia social constituyen la principal necesidad de Cuba, América y el mundo de hoy. En el 26 de Julio se expresó la síntesis del pensamiento y el programa de José Martí, con las realidades y exigencias de la sociedad cubana de la década del cincuenta. Responde en su forma, estilos de realización y en sus principios a la genuina tradición revolucionaria cubana.
En mayo de 1955, Fidel salió del presidio de Isla de Pinos, y se dispuso de inmediato a organizar el Movimiento 26 de Julio; la organización que tendría la responsabilidad de llevar adelante en toda Cuba, la lucha revolucionaria contra el régimen dictatorial de Fulgencio Batista.
Por esa época muchos de nosotros militábamos aún en el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR),1 que por entonces estaba prácticamente disuelto y cuya bandera principal había sido el insigne profesor Rafael García Bárcena.2 Para continuar en la lucha activa y el camino insurreccional nos fuimos integrando al Movimiento 26 de Julio, como resultado de un proceso natural.
Fidel comenzó a vivir en el céntrico apartamento capitalino de su hermana Lidia, en el edificio del jardín Le Printemps, en la calle 23, esquina a 18, en El Vedado. Aquella vivienda se convirtió en un hervidero de personas que entraban y salían. Coincidí en el lugar con muchos dirigentes de la Juventud Ortodoxa, de la FEU y de diversas organizaciones oposicionistas.
Desde el 10 de marzo veníamos sustentando que la dictadura sólo podía ser derrocada por una revolución popular. Sin embargo, la táctica de Fidel fue no plantear de inmediato la lucha armada, porque los combatientes del Moncada acababan de ser amnistiados, y no era lógico que se lanzara de inmediato la consigna de la insurrección. Esta responsabilidad no debía recaer en los revolucionarios, sino en la tiranía. Y de hecho eso fue lo que hizo el gobierno, al cerrar cualquier posibilidad de una salida pacífica, porque Batista impuso todos los obstáculos posibles a las soluciones políticas que trató de buscar Fidel. Por ejemplo: impidió la celebración de un gran acto convocado para el 20 de mayo de 1955, en la escalinata universitaria, en el que debía hablar Fidel; tampoco le permitieron que compareciera en un conocido programa político de la televisión llamado “Ante la Prensa”, y en el espacio radial “La Hora Ortodoxa”.
Entonces, el líder del Movimiento 26 de Julio, comenzó a librar la batalla política más importante en aquellas circunstancias: denunciar los crímenes cometidos el 26 de julio de 1953, y los días subsiguientes. Aunque esta acusación no era un llamado a la Revolución, hacía más daño a Batista que la posición insurreccional; porque sin convocar a la guerra, Fidel desmoralizó al enemigo. Al punto que, Waldo Pérez Almaguer, un funcionario que había sido gobernador en la antigua provincia de Oriente, no quiso responsabilizarse con los horrendos crímenes del 26, 27, 28 y 29 de julio de 1953, e incitado por la apelación pública que hizo Fidel, se dispuso a confirmarlos. No era fácil encontrar en La Habana un periódico capaz de reproducir estas revelaciones; sin embargo, el diario La Calle, tribuna popular dirigida por Luis Orlando Rodríguez, lo hizo. El trabajo de Fidel, “¡Mientes, Chaviano!”, se convirtió entonces en el cargo más importante contra la tiranía. Posteriormente, el gobierno suspendió el periódico.
En aquellos meses Fidel nos habló de la expedición y de la huelga general, de que había que constituir una dirección de apoyo a estos empeños; explicó que debía quedar integrada por los compañeros de diferentes tendencias que habían aceptado el plan. La Dirección del Movimiento, constituida en 1955, y los cuadros más importantes agrupados a su alrededor en el trabajo clandestino, provenían esencialmente de dos vertientes de la Ortodoxia: los que habían participado en el Moncada, bajo el liderazgo de Fidel, o que habían estado bajo su influencia política en el seno del Partido del Pueblo Cubano, y los que procedíamos del MNR. Estas corrientes políticas tenían su origen en el amplio movimiento de masas que había generado en el país el líder de la ortodoxia Eduardo Chibás.
Una noche, semanas antes de su partida hacia México, se produjo una reunión en una casa situada en la calle Factoría. En esa histórica ocasión Fidel dejó constituida la Dirección del Movimiento 26 de Julio en Cuba, la cual estuvo integrada de esta forma: Pedro Miret, Jesús Montané, Faustino Pérez, Haydée Santamaría, Melba Hernández, José Suárez Blanco, Pedro Aguilera, Luis Bonito, Antonio Ñico López y el que suscribe estas líneas. En Santiago se encontraba Frank País García, quien era el centro del Movimiento en toda la región oriental. Y para lo cual tenía una extensísima red clandestina que abarcaba casi todo el territorio. Junto a Frank, laboraban Vilma Espín, Julio Camacho Aguilera, Léster Rodríguez, Taras Domitro, Pepito Tey, Tony Alomá, Otto Parellada, Arturo Duque de Estrada, Enzo Infante, Agustín Navarrete, Carlos Iglesias y decenas de compañeros más, en esta provincia era donde más había avanzado la organización. Desde allí fungía como tesorera María Antonia Figueroa. Todos los compañeros de la Dirección constituida entonces en Cuba permanecieron fieles a la Revolución.
El proceso de integración de la Dirección del Movimiento se caracterizó por la unidad; nosotros proveníamos de otra organización y fuimos recibidos con amplio espíritu de colaboración. En La Habana teníamos los más importantes encuentros y puntos de contacto en el tercer piso de la casa de Jovellar 107; allí vivían Melba Hernández y sus padres, quienes trabajaban con nosotros de manera intensa y decidida.
Batista no tenía más salida que desencadenar con mayor violencia la persecución de los fidelistas, y esto fue lo que hizo. Corríamos el peligro de que asesinaran a Fidel, a Raúl y a otros moncadistas, pues había indicios de que estos planes ya estaban en marcha. Lo más aconsejable era tomar el camino del exilio para organizar la expedición armada, por lo que finalmente Fidel partió hacia México por el aeropuerto de Rancho Boyeros, en la tarde del viernes 7 de julio de 1955.
Como ya he señalado, la idea de una salida pacífica y su planteamiento público habían durado bien poco. Porque el propio dictador se encargó de demostrar con la persecución inmediata de Fidel y sus compañeros, que el único camino posible era el de la insurrección. Bastaron dos escasos meses para que el jefe de la Revolución pudiera formular nuevamente el planteamiento de la lucha armada. Cuando salió de La Habana señaló: “De este viaje no se regresa o se regresa con la tiranía descabezada a los pies”.
Cuando la política se toma en serio hay que asumir las coyunturas y situarse por encima de sus contingencias menores. Debe poseerse una inmensa serenidad y paciencia para enfrentarla con éxito ¡qué difícil resulta muchas veces! Las revoluciones no son paseos por hermosos prados y jardines, donde los hombres marchan sin dificultad y angustia. Los procesos de cambio están cargados de ellas y las multiplican. La historia no transcurre en forma lineal. Las situaciones contradictorias generan pasiones donde anda presente el conflicto humano y marcan el proceder revolucionario.
Unos pocos de los que se iniciaron en la gesta acabaron al margen de esta historia de gloria. Se perdieron la felicidad de vivirla junto al pueblo de Fidel, porque aspiraban a más de lo que ellos podían ser dentro de la Revolución, los movió el resentimiento.
La Revolución Cubana fue la primera revolución de inspiración socialista que triunfó en el hemisferio occidental; la proeza es mayor cuando se toma en cuenta que, los años transcurridos desde entonces están marcados por el declive del socialismo en Europa Oriental y en la URSS. Las décadas que podemos contar desde el Moncada hasta acá, no se borrarán jamás de la historia de Cuba, América y el mundo. La Revolución Cubana significó un aldabonazo en la conciencia universal.
Deseo concluir estas líneas recordando que sería imposible entender el propio proceso de la Revolución, y las posibilidades que se abrieron para su radicalización acelerada, sin tener en cuenta la transformación que se produjo en Cuba, como consecuencia de la acción revolucionaria del Moncada y el Movimiento 26 de Julio. A partir del 13 de marzo de 1952, los representantes de los partidos políticos tradicionales alineados con la tiranía, perdieron toda posibilidad de dirigir el movimiento popular y representar al país. El liderazgo pasó definitivamente a manos de Fidel Castro, y del movimiento revolucionario iniciado en el Moncada.

Notas
1 Agrupación que núcleo a jóvenes revolucionarios dirigida por el profesor universitario Rafael García Bárcena, que tenía el propósito de derrocar la tiranía batistiana. En un trabajo que este diario publicará en breve se abordará este tema.
2 Sobre Rafael García Bárcena, ya entregamos un trabajo en esta misma Columna El correo desde la Isla de la dignidad el pasado 19 de junio.


Fuente: Por Esto! 24 julio de 2011