miércoles, 25 de diciembre de 2013

Mandela y el homenaje de Gerardo

Por Ricardo Alarcón de Quesada

Gerardo Hernández Nordelo, secuestrado en la prisión federal de máxima seguridad de Victorville, en el desierto de California, supo de la muerte de Nelson Mandela y sintió la necesidad de rendirle homenaje, hacer algo que, para él, representaba un esfuerzo extraordinario, una proeza más de las muchas que colman su existencia cotidiana.

Gerardo, entre otras privaciones, sufre duras limitaciones para comunicarse con el mundo exterior. La correspondencia postal suele demorársele semanas enteras, incluso meses, como consecuencia de la censura que obliga a sus carceleros a revisar cuidadosamente cada palabra suya o destinada a él.

Su acceso al correo electrónico es sumamente restringido para conectarse con su esposa Adriana, con Martín Garbus, su abogado y con un funcionario consular. Queda el teléfono para el que dispone de 300 minutos al mes, los cuales debe emplear para hablar con Garbus y discutir los muy complejos documentos y trámites de su última apelación legal, o con la misión diplomática cubana y con Adriana, a la que Washington no le otorga el visado, para que pueda visitarlo normalmente haciendo de él el único prisionero en Estados Unidos a quien se le prohíbe ese “privilegio”.

Así han sido las condiciones “normales”, en las que Gerardo ha pasado los últimos quince años desde que lo apresaron cuando era aún muy joven.

Pero Victorville no es un lugar cualquiera. Son frecuentes las riñas y los estallidos de violencia y cada vez que estos suceden, las autoridades tienen que tomar medidas drásticas tales como imponer el “lock down”, o sea, encerrar a los presos en sus celdas. En esas circunstancias no hay correspondencia ni teléfono. El aislamiento, entonces, es total.

Un grave incidente en el que murió uno de los presos ocurrió el trece de noviembre y provocó la imposición del “lock down” por el resto del mes. Ya en diciembre, poco a poco, se fueron restableciendo las prácticas carcelarias habituales y los recluidos pudieron recuperar progresivamente sus muy escasos contactos con el exterior. Cuando se les permitió hacerlo, los reclusos hacían larga fila ante el único teléfono disponible para una rápida llamada.

El 5 de diciembre, al conocer la noticia, a Gerardo regresaron recuerdos imborrables de cuando, al concluir sus estudios universitarios, pidió sumarse al contingente de voluntarios cubanos que se batieron en Angola con las tropas invasoras del régimen del Apartheid. Reviviría los momentos de peligro y angustia, lejos de la Patria y la familia, el sacrificio por el cual, años después, liberadas ya Angola, Namibia y Sudáfrica, los tres países le otorgarían su más altas condecoraciones nacionales que Gerardo no ha podido aún colocar sobre su pecho porque ahora es él quien está privado de libertad.

Pasarían por su mente momentos decisivos de la nueva y riesgosa misión, que, también voluntariamente, habría de cumplir poco después coordinando la labor de otros jóvenes que fueron a Miami a combatir al terrorismo en su propia madriguera. Esta vez debería luchar sin armas y descubrir los planes de las bandas criminales más violentas, los mismos que vociferaban su odio contra Mandela y lo amenazaron y hostigaron cuando, en junio de 1990, los obreros afroamericanos quisieron honrar al luchador antirracista.

Pensaría siempre en aquella foto de Mandela que tres lustros atrás, al ser apresado, Gerardo guardó celosamente, única y fiel compañera en aquel calabozo de castigo, en el cual pasó los primeros diecisiete meses de su injusto y prolongado cautiverio.

En cuanto pudo hacerlo se acercó al grupo que rodeaba el teléfono. Disponía de muy poco tiempo. Sin vacilar, envió este mensaje:

“Quienes dedican ilimitados recursos a borrar y reescribir la historia, y lo tuvieron en sus listas de ‹‹peligrosos terroristas››, hoy sufrirán de amnesia colectiva.

Quienes lo agraviaron negándole un homenaje en la Ciudad de Miami, por abrazar a Fidel y agradecer la ayuda de Cuba a África, hoy tendrán que callar avergonzados.

Los Cinco seguiremos enfrentando cada día la injusta prisión -hasta el final- inspirados en su ejemplo de lealtad y resistencia.

¡Gloria eterna al gran Nelson Mandela!

Gerardo Hernández Nordelo
Prisión Federal de Victorville
California. Diciembre 5 de 2013”

Regresó a la celda con la satisfacción del deber cumplido. Afuera, los fabricantes de amnesia inundaban al mundo con visiones empalagosas, falsas, destinadas a borrar la verdad de la lucha contra el apartheid y la vida heroica de Mandela. Para Gerardo la lucha continúa.

La Habana, diciembre 24 de 2013


PS: Desde el 21 de diciembre Victorville está otra vez en “lock down”.

Merry Chritsmas for cuban 5

Mensaje de Gerardo por el fallecimiento de Nelson Mandela

Después de varios días de permanecer Gerardo en lockdown pudo llamar casualmente en el momento de conocer la triste noticia del fallecimiento de Nelson Mandela y dedicó este breve mensaje con los pocos minutos de comunicación.

Mensaje del Héroe de la República de Cuba, Gerardo Hernández Nordelo por el fallecimiento de Nelson Mandela.

Quienes dedican ilimitados recursos a borrar y reescribir la historia, y lo tuvieron en sus listas de “peligrosos terroristas”, hoy sufrirán de amnesia colectiva.

Quienes lo agraviaron negándole un homenaje en la Ciudad de Miami, por abrazar a Fidel y agradecer la ayuda de Cuba a África, hoy tendrán que callar avergonzados.

Los Cinco seguiremos enfrentando cada día la injusta prisión -hasta el final- inspirados en su ejemplo de lealtad y resistencia.

¡Gloria eterna al gran Nelson Mandela!

Gerardo Hernández Nordelo

Prisión Federal de Victorville, California


Diciembre 5 de 2013

Entrevista exclusiva con René González

Eminente profesor envía carta a Barack Obama sobre caso de Los Cinco

5 de diciembre 2013

Presidente Barack Obama

La Casa Blanca

Washington, DC

Estimado presidente Barack Obama:

Soy un ciudadano naturalizado de los  Estados Unidos y quiero pedirle a usted, mi Presidente, que conmute o condone las sentencias de cuatro hombres, los cuales son usualmente conocidos como los “Cinco Cubanos.“Sus nombres son: Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González. [El quinto, René González, recientemente salió de prisión después de cumplir su sentencia].

Estoy particularmente interesado en este caso porque considero que sus sentencias  fueron el resultado de un juicio lleno de errores que ha hecho imposible establecer relaciones normales entre los Estados Unidos y Cuba. Permítame explicarme.

Yo nací en Cuba. La revolución cubana se inició cuando yo tenía 13 años de edad. En Abril de 1961 yo había salido de Cuba, sólo – sin acompañantes. Esto era parte de un programa auspiciado por el gobierno de Estados Unidos que después se conoció como la operación Pedro Pan. Yo fui uno de los 14 mil niños y niñas que llegamos solos a Estados Unidos. En los Estados Unidos pasé mis años de adolescente en “foster homes;” después me casé, tuve un hijo y una hija, y posteriormente un nieto. Trabajé como conserje – mi primer empleo – y finalmente  obtuve un doctorado en Historia y Sociología.

Yo le estoy muy agradecido a los Estados Unidos y sus instituciones por el hecho de que pude desarrollarme y llegar a ser alguien aún cuando no tuve a mis padres conmigo. Hoy tengo 68 años de edad.

He dedicado una parte importante de mi vida a estudiar el país en que nací y también el país que hice mío, así como las relaciones entre ambos. Debido a la ausencia de relaciones normales diplomáticas y comerciales nunca he podido – igualmente le sucede a otros cubano-americanos – interactuar en una forma fluida y normal entre mis dos patrias. Esto tiene que cambiar.

Considero que existe la necesidad de tener relaciones diplomáticas normales en toda su extensión entre los Estados  Unidos  y Cuba. Un primer paso debiera ser el completo perdón de  “Los Cinco Cubanos”. Conozco bien el caso. Yo fui uno de los siete académicos y estudiosos norteamericanos de ascendencia cubana que presentamos  un Amicus Curiae ante la Corte Suprema de los Estados Unidos a favor de los acusados. Cada uno de nosotros éramos estudiosos respetados; con un conocimiento especializado en el tema de Cuba y de la realidad cubanoamericana. En Estados Unidos hay muchas otras personas,  que como nosotros, nacidos en Cuba o de ascendencia cubana, también apoyan el establecimiento de mejores relaciones y se libere a estos prisioneros.

Un análisis desprejuiciado del caso, y de las circunstancias altamente politizadas en que ocurrió el juicio, concluiría que nuestro sistema de justicia no funcionó de la forma apropiada en este caso en particular. Consideraciones políticas y partidarias funcionaron contra un proceso de justicia balanceado. En esos momentos la administración del Presidente Clinton estaba literalmente atacada despiadadamente, era una especie de estado de sitio. Algo similar le ha sucedido a su propia presidencia. Pero usted como mi Presidente puede hacer algo al respecto hoy en día. Absuelva a los acusados.  Hacerlo le ganaría el aprecio de los cubanos que son ciudadanos norteamericanos así como el reconocimiento de nuestros familiares en la isla de Cuba.

Es lo correcto por hacer. Además, significaría una profunda ruptura con las políticas pasadas. Usted se daría cuenta que la mayoría de los cubanoamericanos en los Estados Unidos darían la bienvenida y apoyarían una iniciativa de esa índole. Adicionalmente, tal perdón produciría una acción recíproca de parte del gobierno de Cuba. Ese gobierno ya ha declarado que lo haría. Esto significa que ambas partes perdonarían uno o más ciudadanos del otro país. Por lo tanto, su iniciativa – al mismo tiempo – obtendría la liberación del ciudadano norteamericano Alan Phillip Gross. No es que los casos sean similares; lo importante sería la equivalencia humanitaria de los respectivos actos de cada gobierno a fin de iniciar un proceso constructivo de comunicación y cooperación.

Está claro que las familias de “Los Cinco Cubanos”, al igual que la familia del Sr. Gross, quieren ver libres a sus respectivos seres queridos. Pero además, los pueblos de Estados Unidos y de Cuba se beneficiarían.

Estoy seguro de que si usted anunciara que el Perdón Presidencial ocurriría, Cuba reciprocaría.  Los cubanos han declarado que lo harían. Posteriormente otras diferencias bilaterales de antaño podrían discutirse, negociarse y – esperamos – resolverse en el futuro.

El momento para tener mejores relaciones entre ambos países es ahora.

Gracias por su consideración.

Respetuosamente,

Nelson P. Valdés

Profesor Emérito de Sociología

Nota:

Nelson Valdés ha publicado cuatro libros, ensayos académicos y artículos de opinión. Desde 1972 ha sido profesor en varias universidades. Comenzó su carrera profesional en 1972 como Instructor de Sociología de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Glasgow, Escocia, y desde 1973 a 1976 fue Profesor Adjunto de Historia en la Universidad de Nueva Orleans. Desde 1976 hasta 1991 fue Profesor Asociado de Sociología en la Universidad de Nuevo México. Desde 1991 hasta 2008 paso a ser Profesor Titular de Sociología en la Universidad de Nuevo México y en 2009 Profesor Emérito de la Universidad de Nuevo México. Desde 1973 hasta 2004 ha sido Profesor Visitante en varias universidades en los Estados Unidos, en Puerto Rico y en la Universidad de la Habana, Cuba. El Profesor Valdes tiene también una amplia gama de experiencia administrativa en programas relacionados con la investigación, multimedia, etc. En 1983 creó la primera base de datos computarizada sobre América Latina y en 1991 estableció la primera base de datos computarizada en Cuba.

Presentan nuevo documento legal de apoyo al Habeas Corpus para los Cinco

Bill Norris, abogado de los Cinco Cubanos para Ramón Labañino, presentó un nuevo documento legal, una moción complementaria añadiendo al voluminoso expediente en apoyo del recurso de Habeas Corpus para Labañino. Sus argumentos se aplican a los tres restantes miembros de los Cinco Cubanos que siguen apelando.

Uno de los miembros de los Cinco Cubanos — Fernando González — optó por no continuar su recurso de hábeas corpus, con el fin de no retrasar su liberación en febrero de 2014. Si fuera a continuar sus apelaciones legales, su regreso a Cuba podría retrasarse por meses o años.

La nueva moción destaca la preocupación del mismo juez durante el juicio de los Cinco, que, según sus propias palabras, no podía proteger al jurado de la publicidad adversa. El 16 de febrero de 2001, la jueza Joan Lenard pasó un dictamen y protocolo de Ley, en respuesta a la petición de Gerardo Hernández solicitando la ejecución de la orden de censura a los testigos del juicio y a los medios de comunicación.

La nueva moción complementaria cita a la jueza Joan Lenard, quien declaró durante el juicio, el 16 de febrero de 2001: “… la Corte considera, sin embargo, que ni siquiera la instrucción más enfática ni el examen preliminar de preguntas podrán proteger a los jurados de los titulares de prensa o declaraciones ex parte y de la conducta de los testigos o de los abogados que sin duda recibirán una amplia cobertura. Desde que comenzó el juicio, este caso ha sido el pan de cada día para la prensa y los medios de comunicación locales”.

Ni el juez ni la defensa durante el juicio sabían que muchos de esos “grandes titulares” fueron escritos por periodistas pagados secretamente como empleados del gobierno estadounidense.

La moción de Norris recuerda a todas las partes que los propios Dictámenes Jurídicos de la jueza y órdenes judiciales contradice fuertemente la afirmación de los fiscales de Estados Unidos de que las instrucciones del juez al jurado débil — de no leer o ver las noticias cuando fueran a casa todas las noches durante siete meses — no fue suficiente para proteger el jurado de los medios.

A medida que la evidencia legal avanza, la demanda rotunda por la libertad inmediata de los Cinco debe ir acompañada de la movilización constante, foros, acciones en la calle, grupos de presión, y la construcción de apoyo todos los días hasta conseguir la victoria.


Los 5 de Cuba: combatiendo desde las entrañas del monstruo

Sergio Rodríguez Gelfenstein
Desde Caracas, Venezuela

En 1767, antes de que Estados Unidos fuera independiente, ya pensaba en apoderarse de Cuba. Es así que ese año Benjamín Franklin planteara la necesidad de “colonizar el Mississippi para ser usado contra Cuba y México…”

En 1805, el tercer presidente de Estados Thomas Jefferson anticipándose casi 20 años a James Monroe y la doctrina que tomó su nombre le escribe en una carta  que “es imposible no mirar hacia tiempos distintos cuando nuestra rápida multiplicación nos expanda más allá  de los límites y cubra todo el norte sino el sur del  continente”. Jefferson sugería que Estados Unidos debía “tener las Floridas y Cuba”.

Faltaban 13 años para el nacimiento de Carlos Marx, 112 para que triunfara la Revolución socialista en Rusia, 121 para que Fidel Castro viniera al mundo y 154 para que entrara victorioso a La Habana al mando del Ejército Rebelde y Cuba iniciara su vida como nación verdaderamente independiente.  Los intentos de Estados Unidos de apoderarse de Cuba no tienen nada que ver con el carácter socialista de su revolución, ni con el liderazgo de Fidel, sino con una ancestral decisión de su élite de dominar el Caribe al que consideran su “frontera sur” para lo cual, controlar la “llave del golfo” era y es vital. El mismo Jefferson, años más tarde, en 1820, precisó que Cuba era "la adición más interesante que se podía hacer a nuestro sistema de Estados" y le dijo al Secretario de Guerra, John C. Calhoun, que debía "a la primera oportunidad, tomar Cuba".

De esa manera,  ya en el siglo XIX se comienzan a manifestar una serie de  acciones que eran expresión concreta de la voluntad intervencionista antes manifestada. A mediados de siglo se efectuaron varios intentos para apoderarse de la isla, patrocinados sobre todo por los sectores esclavistas del sur. A John Quincy Adams, sexto presidente de la unión norteamericana se debe la idea de que Cuba debía mantenerse bajo el débil dominio colonial español para que algún día pasara a control de Estados Unidos “como una fruta madura”. En 1848, el undécimo presidente James K. Polk ofreció a España comprarle Cuba por 100 millones de dólares y un año después se realizaron intentos “independentistas” con el objetivo de “asociar” Cuba a Estados Unidos. La oferta de compra aumentó a 130 millones en 1854, pero España se mantuvo firme en la posesión de su joya colonial más preciada.

La lucha de los cubanos por su independencia se mantuvo incesantemente desde 1868 y en 1898 el triunfo de los patriotas era inevitable. José Martí había entendido el valor estratégico de su país en el marco geopolítico ante el naciente imperialismo estadounidense que no escatimaba en mostrar su voluntad expansionista. En mayo de 1895, un día antes de morir, le escribió a su amigo Manuel Mercado una carta premonitoria donde le decía “…ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”.

Sin embargo, la oligarquía estadounidense comenzó a conspirar para justificar una invasión a Cuba. El instrumento fue una dudosa explosión (nunca aclarada hasta hoy)  del acorazado estadounidense Maine surto en La Habana en febrero de 1898. Después de culpar a los españoles del incidente, declararon la guerra, interviniendo en la isla con tropas que impidieron la victoria definitiva de los cubanos en su lucha.  España se vio obligada  a conceder la Independencia a Cuba, pero ésta, fue parcial y mediatizada. Estados Unidos ocupó la isla hasta 1903 cuando retiró sus tropas a cambio de un tratado que le permitía la intervención militar en Cuba cuando lo entendiesen necesario para “garantizar el orden”.  Este tratado en forma de enmienda fue incorporada a la nueva constitución cubana. Así mismo,  se apoderaron de dos territorios, uno en Guantánamo en el oriente del país y otro en Bahía Honda al occidente donde instalaron sendas bases navales. En el primero aún permanecen ilegalmente, toda vez que dicho acuerdo fue una imposición sustentada por la fuerza de las armas y de la ocupación militar de un país que no tenía gobierno. En 1903, Fidel Castro aún no había nacido.

La subordinación de los gobiernos cubanos a Estados Unidos de lo que en el transcurso de lo que en la historia cubana se llama la “república mediatizada” se mantuvo a lo largo de sus 61 años de duración. A cambio de un respeto irrestricto a los inversionistas estadounidenses, lo que rayaban en la cuasi  pérdida de la soberanía, el último dictador, Fulgencio Batista, recibió un apoyo militar cuantioso, expresado en un constante abastecimiento de armas, equipos y financiamiento para sostener su gobierno despótico y autoritario mediante la represión y la crueldad. Aunque el epicentro de la lucha del pueblo cubano para derrocar la dictadura se desarrolló fundamentalmente en el oriente del país,  en toda la isla se fue construyendo un gran frente anti batistiano bajo el liderazgo de Fidel Castro hasta que el 1° de enero de 1959 el dictador huyó y las fuerzas revolucionarias tomaron el poder.

El movimiento triunfante se propuso desarrollar un programa de gobierno que pregonaba principios democráticos, de justicia social, economía mixta y crítica a Estados Unidos por el apoyo que había dado a Batista. Sin embargo, habían transcurrido pocas semanas del triunfo revolucionario cuando comenzaron a desatarse una ola de sabotajes, quema de cañaverales y atentados con explosivos contra objetivos fundamentales de la economía. Así, ya en el mes de marzo de 1960 el trigésimo cuarto presidente de Estados Unidos Dwight David Eisenhower firmó una orden ejecutiva por la cual ordenaba a la  CIA preparar un proyecto encaminado a  derrocar al Gobierno revolucionario, utilizando para ello, todos las fuerzas e instrumentos a su alcance  En una primera instancia, el énfasis se puso en operaciones de carácter psicológico, presiones económicas y políticas y el comienzo del entrenamiento masivo de cubanos que habían pertenecido a las fuerzas militares y represivas de la dictadura y que habían huido a Estados Unidos, pero paulatinamente fueron dado pasos hacia un plan de invasión para lo cual fueron creando condiciones a través de la inserción en territorio cubano de pequeños grupos de sabotaje.

La respuesta del gobierno cubano fue la creación el 28 de septiembre de 1960 de los Comité de Defensa de la Revolución (CDR) a fin de organizar al pueblo para garantizar su seguridad y defensa, así mismo el 6 de junio de 1961 es instituido el ministerio del interior, cuerpo especializado del Estado para enfrentar la acción agresiva y criminal de Estados Unidos  que ya en abril de ese año, bajo el gobierno del trigésimo quinto presidente John. F. Kennedy había organizado una fuerza invasora con apoyo logístico de las fuerzas armadas estadounidenses que desembarcaron en Cuba por Playa Girón, en el litoral central del sur de la isla donde fueron derrotados en menos de 72 horas.

Esta agresión había hecho patente la intención estadounidense de aniquilar la revolución cubana a cualquier costo. La respuesta debía ser de la misma dimensión y profundidad: la defensa y la seguridad de Cuba se debía garantizar a cualquier costo, sin embargo la insuperable distancia en cuanto a la capacidad financiera, militar y tecnológica de ambos países intuía una lucha no equitativa que sólo se podría librar a partir de la conciencia, la convicción, la voluntad, la decisión y el valor de un  pueblo dispuesto  a cualquier sacrificio para mantener su independencia y su soberanía.

De la carta antes mencionada que Martí dirigió a Manuel Mercado se extraen dos enseñanzas capitales  que son sustento de la doctrina cubana de seguridad. Martí dijo…”  Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas, y mi honda es la de David”. Martí señalaba que haber vivido en Estados Unidos, le daba pautas  para trazar los planes que habrían de llevarse adelante a fin de impedir la potencial expansión estadounidense que visualizaba, de no lograrse la independencia de Cuba.  La referencia bíblica posterior enfatizaba en su convicción de que el enfrentamiento se iba a dar en condiciones desiguales.

Antes, -en la misma carta-, Martí afirmaba que: “En silencio ha tenido que ser, y como indirectamente, porque hay cosas que para logradas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin.”  La confrontación planteada por la mayor potencia militar del mundo ha obligado a Cuba a desarrollar acciones que en “silencio han tenido que ser”  y que “han de andar ocultas” si se quiere lograr el éxito en tal desigual combate.

Solo un pueblo decidido a defender su libertad es capaz de parir hijos que asuman las enseñanzas del apóstol en carne propia, a riesgo de su propia vida y su propia felicidad. Eso son Antonio Guerrero Rodríguez, Fernando González Llort, Gerardo Hernández Nordelo,  Ramón Labañino Salazar y René González Sehwerert, los 5 héroes cubanos que en silencio y de manera oculta vivieron en las entrañas del monstruo para  descubrir y prevenir los planes de grupos terroristas que conspiraban para causar la muerte y le desestabilización de Cuba y con ello, –parafraseando al Apóstol- impedir a tiempo se extiendan por las Antillas y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América.


Celebrada en Mérida, Yucatán, México actividad por liberación de los cinco héroes.

Como parte de las actividades programadas por el comité yucateco de solidaridad con los cinco, el 19 de septiembre 2013 se realizó en Mérida, Yucatán, la proyección del documental "luces en las sombras" en la biblioteca pública "Manuel cepeda Peraza".

En la emotiva actividad para exigir la libertad de los cinco héroes cubanos, Cristóbal León campos, miembro del comité, dio lectura a la carta dirigida al presidente de los estados unidos, exigiendo la inmediata liberación por encontrarse injustamente detenidos en cárceles norteamericanas.

Por iniciativa del comité pro liberación, la carta será entregada en el consulado de los estados unidos en Mérida, Yucatán, firmada por los directivos e integrantes del comité, directivos de la asociación de cubanos residentes, cubanos residentes y temporales, mexicanos y amigos que se han sumado y solidarizado con dicha causa.

Se encontraban entre los presentes, el maestro Jorge Alberto cortés Ancona, jefe del departamento de fomento literario y promoción editorial  de la secretaría de la cultura y las artes del estado de Yucatán, Pedro Juan de la portilla cabrera, presidente de la asociación de cubanos residentes en México, delegación Yucatán, José martí y el cónsul general de cuba, Mario Jorge García Cecilia, así como otros cubanos residentes y temporales y amigos mexicanos.


Encuentro con la Historia

Invitados por autoridades del Estado de Campeche, el Comité de Solidaridad con Cuba y el Consulado General de Cuba en Mérida, los escritores cubanos Froilán González y Adys Cupull conmemoraron el 46 aniversario del asesinato del Comandante Ernesto Che Guevara y varios de sus compañeros en la aldea boliviana de La Higuera impartiendo conferencias en Instituciones y Universidades de Valladolid y Mérida capital, en el Estado de Yucatán y en el Instituto Tecnológico Campechano de San Francisco de Campeche, Estado de Campeche.

Igualmente realizaron encuentros y conversatorios con los presidentes y autoridades municipales de los Municipios de Calkiní y Champotón de Campeche y Valladolid en Yucatán.

En las actividades que incluyeron presentaciones en bibliotecas públicas y centros de cultura, contaron la presencia entusiasta de cubanos residentes y temporales, entrenadores del deporte cubanos y público en general, donde presentaron sus libros “CON LA MIRADA AL SUR”; y “EL ASESINATO DEL CHE EN BOLIVIA, REVELACIONES”, junto a los documentales “LA MUERTE NO ES VERDAD” y “SEMILLAS DE ÑACAHUASÚ”, este último correspondiente al capítulo dedicado al combatiente Willy Cuba, dirigente minero boliviano que estuvo al lado del Che, prisionero en La Higuera hasta ser asesinado.


La jornada que duro siete días, sirvió para que los escritores cubanos hablaran también de sus investigaciones históricas sobre el Che, Mella y Martí y de sus libros, sobre Julio Antonio Mella, José Martí y Mariana Grajales, madre de los Maceo.